La hija oscura (The Lost Daughter, Maggie Gyllenhaal, EEUU, 2021)
Tras años de papeles interesantes tanto en la pequeña pantalla (The Deuce) como en la grande (Corazón rebelde, La profesora de parvulario), Maggie Gyllenhaal ha dado el salto a la dirección con La hija oscura (The Lost Daughter, 2021), adaptando personalmente la novela homónima de Elena Ferrante de 2006. Y vaya salto: siempre fue buena actriz, pero como cineasta es sencillamente sensacional, o promete serlo: pocas son las óperas primas tan elegantes, tan impactantes, tan… brillantes. Bien es cierto que el reparto ayuda: Jessie Buckley (Chernobyl, Estoy pensando en dejarlo) sigue la buena racha, Dakota Johnson (sí, la estrella de Cincuenta sombras de Grey) nunca ha estado mejor y Olivia Colman se confirma como una de las mejores actrices del momento, con una interpretación delicada, arriesgada y sugerente, por completo diferente a la que le valió el Oscar (La favorita en 2018). Entre las cuatro ofrecen una reflexión sobre la maternidad tan valiente como reveladora.
Flee (Flugt, Jonas Poher Rasmussen, Dinamarca, 2021)
Nominada a los Oscars a mejor película internacional, mejor película de animación y mejor película documental (sí, un récord), Flee es una obra dolorosa pero esperanzadora sobre la singular experiencia de un refugiado homosexual de Afganistán. El danés Jonas Poher Rasmussen conoció a Amin (pues así se le llama) en el instituto, pero no escucharía su emotiva historia hasta mucho después. Decidido a llevarla al cine, tuvo la idea de utilizar un estilo de animación que protegería la identidad del sujeto y además daría fuerza al relato, fusionando recuerdos y acontecimientos históricos. Los actores Riz Ahmed y Nikolaj Coster-Waldau se sumaron como productores ejecutivos, pero quienes realmente levantaron la producción fueron tres mujeres con un gran bagaje profesional: Signe Byrge Sørensen, Monica Hellström y Charlotte de La Gournerie. En la línea de Vals con Bashir (Waltz with Bashir, 2008), esta potente película recurre a elegantes técnicas animadas para hacer partícipe al espectador de un dolor que, por una vez, apenas se antoja ajeno.