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Críticas

Espías: ¿De verdad hay que reírse?

De acuerdo en que hay ocasiones en las que no hace falta mucho para arrancarnos una sonrisa, momentos en los que con poco soltaremos una carcajada, pero ir al cine y ver una película cuya mayor promoción es que la ha dirigido la persona responsable de la genial La boda de mi mejor amiga, es, como poco, mosqueante. No porque esta no fuese buena, que lo era de sobra, sino por esa estrategia de marketing que te avisa de la necesidad de ser promocionada de más. Es decir, el resultado es el que me esperaba: un batiburrillo de situaciones supuestamente cómicas, chascarrillos mediocres y un tótum revolútum de parodias sobre James Bond y sucedáneos. Entiendo y valoro las buenas intenciones de la cinta de Paul Feig, pero, sinceramente, su comedia no aporta nada a la inexpugnable lista de largometrajes que sí han conseguido descacharrar al patio de butacas.

Susan Cooper fue antaño una de las mejores agentes de la CIA. Ahora, aporta su experiencia desde la aburrida mesa de oficina, como asistente de los agentes en campo. Tras la desaparición de su compañero favorito (Jude Law), Cooper se ofrecerá como voluntaria para acometer la peligrosa misión que este dejó a medias.

Y no es que falte talento, solo inventiva y originalidad. Queda claro que el descubrimiento de Melissa McCarthy para el gran público es una noticia fenomenal. Esta actriz entradita en carnes, fue el gran reclamo de la divertidísima La boda de mi mejor amiga, protagonizando sus mejores momentos, y sus buenas artes como actriz de comedia parecen no tener límites. Bien es cierto que los intérpretes que triunfan en la comedia, siempre suelen dar grandes resultados en otro tipo de géneros, así que no me extrañaría si en breve decide cambiar de aires.

Pero si aquella película del director Paul Feig triunfaba en la taquilla y hacía que no parásemos de reír con un sinfín de situaciones desternillantes, el argumento de Espías peca justo de lo contrario, de una vulgaridad casi total que convierte alguna de sus secuencias en historietas del Disney Channel. Su intento de hacer buena parodia del cine de espías es incluso infantil en algunas partes de la película y, si bien es justo alabar el agradecido trabajo de MacCarthy y el sorprendente y acertado cambio de registro que hace Jason Statham para caricaturizarse a sí mismo, el filme nunca acaba de soltarse el pelo. Un empujón (o dos) más, hubiesen bastado para haber alcanzado un nivel en el que ser rescatado de la anodida y gris propuesta de cierto sector de la comedia norteamericana.

Lo mejor: las desproporcionadas apariciones de Jason Statham.

Lo peor: su aportación al género es casi nula.

Por Javier Gómez.

@blogredrum

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