Muchos de nosotros veíamos en Joel Edgerton un actor comprometido, profesional y cumplidor. Sus apariciones en la muy interesante Animal Kingdom (2008), La noche más oscura (Zero Dark Thirty, 2010) o Warrior (2011), junto a Tom Hardy, dejaban claras sus buenas aptitudes frente a la cámara. Lo que no imaginábamos es que pasaba lo mismo detrás.
Una pareja acomodada se muda a una flamante casa en California. Poco tiempo después, comienzan a recibir misteriosos regalos de un antiguo compañero de clase de él. Al principio todo parece encantador pero aparecerán secretos que desencadenarán una serie de acontecimientos nada agradables.
El regalo es una película que deja realmente satisfecho. Edgerton, apoyado en el efectivo guión que él mismo firma, rueda con una soltura y elegancia dignas de directores con más veteranía. El desarrollo del film, clásico en cuanto a su narrativa, va sentando las bases de un thriller que sorprende y que atrapa, que se muestra sólido durante todo el metraje y que, además, alcanza un clímax que pocos largometrajes con las mismas intenciones logran durante el año. El actor y director australiano triunfa en su debut con una película inquietante y magnética, humilde pero importante en su género, aquel donde hemos encontrado personajes de psicología similar: De repente, un extraño (Pacific Heights, 1990), Stoker (2013) o, por ejemplo y llegando a un extremo Sheitan (2006).
La película se desliza a través de las impresiones de los protagonistas, las convierte en su hilo conductor, y no tarda en comenzar su trayecto hacia las alturas del buen thriller. Para que estos drásticos aunque graduales cambios en la emotividad de los personajes, que interactúan continuamente entre sí durante la película, resultasen creíbles era necesario que el trío protagonista supiese transmitir las sensaciones que el guión demanda . Primero la sorpresa, luego la estupefacción, después el desasosiego… Emociones y sentimientos que en el cine dependen en gran medida de la capacidad del director para crear atmósferas veraces y situaciones verosímiles. En este sentido, quizá el pilar más importante de la película, tanto el director como los actores -unos muy acertados Jason Bateman y Rebeca Hall, además de Edgerton (mejor actor en Sitges)- están en perfecta comunión logrando construir alrededor de ellos una historia que tiene pocas fisuras.
Su final, verdaderamente sorprendente, confirma el acierto de Joel Edgerton a la hora de escribir un guión muy acertado; un texto sin pretensiones ni giros rebuscados, sin florituras ni aires de grandeza que no hacen más que aumentar el valor de un largometraje verdaderamente recomendable. Ahora lo importante es que el director logre asimilar la buena acogida, afine la puntería y no pierda la senda que ha hecho de El regalo uno de los ejercicios de estilo más destacados del 2016.