Alejados de la excelencia de antaño, los creativos de Pixar parecen haberse instalado en la búsqueda permanente pero algo frustrada de esa fórmula que devuelva a la productora del flexo a los niveles que encumbraron su trabajo. Echando la vista atrás, hay que remontarse al año 2017 para encontrar la última gran película de Pixar: Coco. Después, las secuelas de Cars, Los increíbles o Toy Story, o las algo anodinas Luca, Onward o Lightyear, esta última ahogada por el forzadísimo cumplimiento de la cuota de inclusión y diversidad hollywoodiense, pusieron de manifiesto una crisis creativa en las entrañas de una productora acostumbrada al éxito abrumador. Tan solo Soul y Red amagaban con momentos geniales, aunque lejos de la gloria conseguida por algunos títulos sublimes en anteriores etapas de la compañía.
Sin embargo, dada esta realidad, uno puede intentar virar el punto de vista para reciclar esa desilusión, entendiendo que la continuidad de los altos estándares depende de muchos factores difíciles de mantener en el tiempo. Al César lo que es del César: Pixar lo intenta en cada ocasión, y es en ese resquicio donde conviene agarrarse para, al menos, disfrutar lo que esta gente propone a veces con más corazón que cabeza.
En ese estadio se encuentra Elemental, una película que brilla con luz propia en su faceta visual y que, como siempre, eleva las habilidades técnicas de Pixar para regocijo del espectador. Es innegable que, en esta ocasión, la fijación de los animadores por darle protagonismo a los espacios, tonos y colores, tiene como resultado un deslumbrante desfile de fotogramas, a cada cual más preciosista y espectacular. En pantalla grande, Elemental es, sin lugar a dudas, un placer para los sentidos.
No tanto así su historia, que resulta convencional y, sobre todo, excesivamente sentimental. La película se enreda en los asuntos del corazón con cierta facilidad y eso, aunque pueda parecer coherente dada su temática, echa el freno a los momentos en el que el imaginario está conquistando al patio de butacas. Si bien temas como la familia, el miedo al diferente, los errores del pasado y la herencia de los prejuicios son los hitos de esta colorista historia de amor, el director, Peter Sohn, comete algunos de los errores que llevaron a considerar su anterior película, El viaje de Arlo (The Good Dinosaur, 2015), como una de las peores de la filmografía de Pixar.
Con esto y con todo, Elemental es un trabajo muy disfrutable. Consigue ser divertido, centelleante, a veces fastuoso y también bello. Un film de media tabla de Pixar que convendrá, en la medida de lo posible, ver en una sala de cine, donde todo lo que es bueno resulta mejor.
Lo mejor: Su diseño de personajes y entornos. Todo un espectáculo.
Lo peor: Cierta sensiblería de más, un lastre para el desarrollo de la historia.