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El improbable retorno de Eddie Felson

Eddie Felson, encorvado, derrotado a pesar de haber salido vencedor en su batalla personal con Minessota Fats, recoge su Balabushka, mira por última vez a un amenazante George C. Scott, y se larga del club de billar masticando ortigas. ¿En qué agujero podrá esconderse ahora que sabe que nunca podrá ser un ganador? ¿A qué se va a dedicar ahora que sabe que ser el mejor no le consuela?

Han pasado 25 años y Estados Unidos se ve en color. Un color pálido, apagado, como el rostro de Reagan, que ha convertido los suburbios en guetos y la música en la MTV. Eddie Felson ya no es el rápido. Ya no es el buscavidas. Ya no es. La derrota y el cinismo han plateado su sien, y el bourbon que antes le hacía ser iracundo, confiado y caprichoso, ahora le da un sustento más allá de las apuestas y los timos de carretera.

Con la crisis de la mediana edad más que superada, a Eddie solo le queda sentarse en una banqueta alta a deslizarle piropos al estribo del escote de su pareja. Pero de nuevo las bolas ruedan sobre el tapete. Un adolescente Tom Cruise y su novia Mastrantonio, dos ¿inocentes? chavales con un talento innato para el juego y los problemas, van a hacer que Felson vuelva a vibrar con la posibilidad de ejercer el antiguo oficio de timar a los primos. ¿En qué clase de bola se habrá convertido el viejo Felson: de las que llegan con precisión a su destino, o las bolas mal golpeadas que nunca llegan a la meta?

© Touchstone Pictures / Silver Screen Partners II

© Touchstone Pictures / Silver Screen Partners II

En 1986 Martin Scorsese estrenaba su décima película El color del dinero, un encargo que le retaba a resucitar uno de los personajes más recordados del cine de los 60, en la secuela de El buscavidas (The hustler, 1961). Había postergado el proyecto más de 7 años. En este lapso de tiempo le había dado tiempo a casarse un par de veces, coquetear con el suicidio, esnifar tanta cocaína como para matar un gorila, y realizar la inigualable Toro salvaje (Raging bull, 1981) que le llevó al cielo de los realizadores, pero que casi lleva a la tumba a los productores.

LOS ACTORES

Paul Newman había bordado el papel de Fast Felson en los 60, siendo uno de sus personajes más recordados. Es curioso como el carisma de Newman era capaz de convertir en leyendas personajes manidos. La podredumbre moral, la derrota y el exceso siguen muy vivos en el alma del Felson 2.0. Sin embargo, este trilero aún tiene cuerpo de asfalto. El actor, sus monólogos sobre el dinero y la falsa compasión, su juego miradas con la novia de su socio….de nuevo un impresionante Paul Newman, que ganaba el Oscar al Mejor Actor Secundario, tan solo 1 año después de haberlo recibido por toda su carrera.

(Apunte: ¿Acaso ha habido algo más grande que Bette Davis en el cine?)

Unos meses antes de estrenar Top Gun, la (Tony Scott, 1986) película que definitivamente le iba a catapultar a la inmortalidad, Tom Cruise se presentaba con Mimi Rogers del brazo al estreno de El color del dinero. En ella interpreta a Vincent Lauria, un alocado, inocente y talentoso joven, con un don para el billar y sacar de quicio a todo el que le rodea. Cruise borda su papel, y mantiene el tipo en los duelos interpretativos con Paul Newman, algo a lo que muy pocos actores habían llegado.

El último vértice de este triángulo es Carmen, una valiente, racial e inteligentísima Mary Elizabeth Mastrantonio, que en ningún momento se arruga al compartir escena con dos actores en estado de dulce (su juego de miradas en la cafetería ante esa absurda conversación entre las razones de Felson, y los sinsentidos de Vince es antológico).

Junto a ellos aparecen dos secundarios recurrentes que ofrecen dos momentos memorables: uno es John Turturro, un asociado de Felson que cumple con el estereotipo del mangui de los años 80. Y a destacar el pequeño papel de un actor gigante: Forest Whitaker, un timador capaz de engañar a la mentira en una prueba del polígrafo.

LA HISTORIA

Para muchos resucitar un personaje tan relevante como Eddie Felson era un error de magnitudes bíblicas. Aunque también había cierto morbo por ver cómo podrían traer a aquel joven perdedor, de maneras y modos beatniks, hasta los 80.

La leyenda dice que cuando Scorsese se puso a revisar The Hustler, descubrió que uno de sus secundarios era el antiguo Campeón del Mundo de los Pesos Medios, Jack La Motta, se interesó por su biografía, y el resto es historia. Eso sí, postergando la realización de El color del dinero más de un lustro.

Con un guion muy trabajado, Scorsese quería rodar en blanco y negro el filme, pero pronto se dio cuenta de que para romper las inevitables comparaciones con su antecesora necesitaba el color. De esta forma se marca mucho más el salto generacional entre los protagonistas, las formas y métodos de los viejos tiempos, y la pujanza y despreocupación de la pareja de jóvenes.

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El color del dinero es una película irregular, en la que en ocasiones te preguntas el porqué de algunas actitudes de los personajes, sobre todo el cambio en la forma de actuar de Vince y su novia, que pasan de ser unos pardillos sin ambición, a dos trileros de primera categoría, capaces de engañar al mismísimo Eddie Felson en su propio terreno.

Aun así es una buena película, que corría el riesgo de destrozar a un personaje mítico. Sin embargo, Scorsese se las ingenia para dejarnos buen cuerpo, y una recurrente pregunta ¿qué estará haciendo ahora Eddie Felson?

Por J.M.C.
@Jatovader
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