Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. El novato Daniel de la Torre dirige este epiléptico e hipervitaminado thriller de factura americana, que se ha proyectado en el Festival de San Sebastián fuera de concurso.
Luis Tosar (en este caso ejerce de «Malpadre«) es un empleado de banca forrado, de esos de chalets cuadrados con mucho hormigón y mucho cristal, con una mujer de bandera, y unos hijos demasiado adaptados a su entorno y su tiempo. Su turbio pasado vuelve en forma de enemigo telefónico, amenazando su vida y la de sus dos hijos. Con el coche como único escenario, sin poder levantar el culo del asiento, tienen que ingeniárselas para que el anónimo enemigo no haga explotar una bomba que dinamite sus preciosas, burguesas y vacías vidas.
Con una estructura que recuerda (y mucho) a Última llamada, la simplicidad de su argumento es su mayor virtud. Huye de reflexiones sesudas acerca del bien y el mal o de qué acciones están justificadas cuando una persona es llevada al límite. Aun así, y como único pero, resulta complicado empatizar con un protagonista que es fiel reflejo de las miserias que han llevado a este país a la bancarrota, y a sus ciudadanos a desconfiar del poder por sistema. Si alguna vez has soñado con qué hacer a todos los que durante décadas se han aprovechado del esfuerzo, la confianza, y los ahorros de familias enteras, Daniel de la Torre ha tomado todas tus pesadillas, y las ha reflejado en una trepidante carrera sin aliento, en un callejón sin salida.
De nuevo Tosar se encuentra inspirado, lo que hace pensar que este señor de cejas prominentes y violencia contenida se esté convirtiendo en un actor indispensable en el panorama actual de nuestro cine. Mención especial también para Elvira Mínguez, una de nuestras mejores actrices, que igual te borda el papel de artificiera, que te sirve unas tapas en una tasca de Hospitalet.
La acción no podría estar mejor rodada, sin nada que envidiar a las mejores superproducciones yankis, en las que persecuciones, helicópteros y explosiones son un personaje más de la película. Un entretenimiento de altura, sin más pretensiones que la de que estés pegado a tu butaca durante casi dos horas. No tiene más ambición que la de segregar adrenalina, y salir del cine más sudado que un corredor de la San Silvestre.
Lo mejor: la acción, y las interpretaciones de Tosar y los niños.
Lo peor: Goya Toledo fuera de lugar, y un par de situaciones absurdas con la policía como protagonista.
Por J.M.C.
@Jatovader