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Javier G. Godoy

El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace: La guinda del pastel

Cuando hace unos días puede ver el trailer de la nueva adaptación de Superman «Man of Steel«, que dirigirá el «visionario» director Zack Snyder («300«, «Watchmen«) pude comprobar que para relanzar nuevamente al héroe de Kripton, Christopher Nolan, productor en este caso, ha optado por darle continuidad a la fórmula mágica que ha hecho de la saga del Caballero Oscuro, una de las mejores y más rentables de los últimos años. Esta fórmula contiene un ingrediente estrella que consiste en humanizar al personaje, fórmula que ha dotado a la trilogía sobre el salvador de Gotham de un halo divino que la ha encumbrado al trono de las películas de superhéroes de toda la historia. Esto resulta innegable a pesar de que algunos sigamos siendo fieles al «Superman» de Richard Donner o al «Batman» de Tim Burton.

A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, porque el empeño de Nolan por crear tres películas diferentes con el mismo nexo de unión, la capacidad de crear personajes adicionales cuya importancia se eleva por encima de efectismos baratos, reinventando el género dotándolo de un realismo nada forzado y conseguir que el público haya vibrado hasta el último instante de la trilogía, es, al menos, de obligado agradecimiento. Cuando se trabaja en pos de ofrecer a la gente un producto elaborado que pretende alejarse de lo prefabricado (tan común en producciones hollywoodienses) solo queda sentarse en la butaca y disfrutar del espectáculo hecho con cariño y, amigos, eso tiene mucho valor hoy en día.
«El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace» es la guinda del pastel. Un final imperfecto por muchas razones pero que entrega un total bastante compensado y que cierra la trilogía de la mejor manera, tanto que podría decirse que si el Joker de la segunda entrega no se hubiese convertido en una de las interpretaciones más arrebatadoras de los últimos diez años (me atrevería a decir que es uno de los mejores villanos de todos los tiempos) estaríamos ante la mejor parte de la saga.
Sé que esta afirmación puede resultar polémica y muy discutible pero tengo la impresión de que esta tercera parte tiene todos los ingredientes que los ávidos de acción y calidad a partes iguales (no olvidemos que vamos a ver las aventuras de un héroe de cómic mítico) pedíamos en una película de esta índole. Aquí Batman se enfrenta a un personaje a su altura, un ser atormentado cuya fuerza y crueldad son similares a la necesidad de redención del protagonista y, qué queréis que os diga, a mi esa situación me parece colosal. El resto de circunstancias que rodean el enfrentamiento, cuya importancia está correctamente ponderada, dan lugar a casi tres horas de metraje vertiginoso, sin respiro, solo interrumpido por algunos diálogos de cierto nivel, yo diría que de mayor importancia que los acaecidos en las dos películas anteriores y es que el guión de los hermanos Nolan tiene pocos defectos.
Cotillard, Gordon-Levitt, Hathaway, Oldman y los veteranos y siempre excepcionales Michael Caine y Morgan Freeman, conforman un reparto de alto nivel que cumple con creces con lo exigido por el guión y que logra aportar personalidad y carisma a cada uno de los personajes.
Mención aparte para Tom Hardy, esa fuerza de la naturaleza (no hay más que verle en pelis como «Bronson«) que promete grandes hazañas interpretativas. Dotado de un físico demoledor y de gran expresividad dramática, transmite aquí la ira que guarda dentro de sí y la rabia y maldad que le llevarán a querer infligir sobre Gotham un castigo de dimensiones colosales. Un actor con un presente y futuros realmente excepcionales. De momento, ya es el elegido para encarnar el papel de Mel Gibson en «Mad Max, La Cúpula del Trueno«.
El hiperactivo Hans Zimmer vuelve a componer la banda sonora que aquí sí puede resultar en ciertos momentos atronadora y es que somos muchos los partidarios de hacer desaparecer cualquier partitura en algunas escenas, que, al revés de lo que pueda pensarse, enfatiza la trascendencia del momento. Es algo que algunos directores se empeñan en no comprobar.
Pero Zimmer tiene mucho talento y lo compuesto vuelve a estar a la altura, porque desde la composición para «Batman Begins«, ha sabido crear una atmósfera que ha reflejado la gravedad de la historia que nos han contado.
Si al audio se le puede adjudicar otro aspecto negativo es el doblaje de Bane, bien realizado, de voz implacable pero de excesivo volumen, da la impresión de que llevase un amplificador en la garganta y parece un poco desproporcionado. En la versión original la voz es más desgarrada y no tan grandilocuente.

En definitiva, una conclusión a la trilogía de Christopher Nolan con absoluto sentido, donde podrían haberse limado ciertos aspectos de mejor manera (en poquísimas películas no) pero que cumple a la perfección la loable labor de rejuvenecer el género y encumbrar a un superhéroe que vapulearon las últimas versiones de Joel Schumacher. Un Batman más humano que nunca, en una Gotham a la «neoyorkina», que al revés de lo que podría pensarse nunca da sensación de falsedad. Un héroe sólido cuyas contradicciones construyen el universo en el que Nolan ha conseguido moverse con total comodidad ofreciéndonos un espectáculo capaz de arrancar aplausos en los títulos de crédito finales…y eso es tan difícil. Bravo por ellos.

Por Javier Gómez

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