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Cine norteamericano

Buscando a Dory: Pixar y el estándar de calidad

Hace unos cuantos años, Andrew Stanton admiraba la fauna y la flora a través del cristal del acuario que visitaba junto a su familia. De repente, la bombilla se encendió; un mundo fascinante se abría ante sus ojos, también en su cabeza, donde se gestaban los primeros bocetos de Buscando a Nemo. El film, fruto de aquella bendita inspiración marina, resultó ser uno de los grandes éxitos de Pixar gracias a un brillante trabajo de desarrollo digital, guión y diseño de personajes.

Eso por eso que tiene mucho sentido que a los chicos de la factoría del flexo se les ocurriese una continuación. Volver a zambullirse en el océano junto a Nemo, Marlin y, esta vez especialmente Dory, parecía muy estimulante tanto para el equipo como para el gran público, impaciente por ver otra vez nuevas aventuras de estos tres simpáticos vertebrados acuáticos. Consecuencia del nuevo e ilusionante proyecto es la última película de Pixar, donde el olvidadizo pez azul y la búsqueda de sus progenitores son los elementos sobre los que gira toda la trama de esta refrescante y entretenida secuela. Ellen DeGeneres repite a los «mandos» de la caótica Dory, mientras que en la versión doblada (aunque siempre os recomendaremos ver las películas en su idioma original) es la actriz Anabel Alonso la encargada del mismo trabajo, Por su parte, Javier Gurruchaga luce (¿?) torrente de voz haciendo las veces del profesor Raya.

Ante todo hemos de tener en cuenta que Buscando a Dory no es solo una continuación, sino la responsable de seguir por la buena senda de su predecesora, una película mayúscula dentro de una filmografía que ha cambiado la percepción del cine de animación; Pixar demostró al mundo que no sólo los niños podían disfrutar de este género, que sus productos podían llegar a todos los públicos gracias a una inteligente construcción de guiones y conceptos, de uso de la narrativa y la precisa fusión de estilos y géneros.

En Buscando a Dory no vamos a encontrar otra obra cumbre de la filmografía de Pixar, no es ni mucho menos una de sus mejores películas, pero sí pone de manifiesto la filosofía del estudio de animación que lucha, película tras película, por mantener su altísimo nivel. El largometraje resulta un fantástico producto de entretenimiento con las señas de identidad marca de la casa: carismáticos personajes, nuevas y acertadas incorporaciones, mejora de los aspectos técnicos y mezcla perfecta entre emotividad y escenas de acción. A pesar de todas estas virtudes, es posible y comprensible tener la sensación de que casi nada nos sorprende y obnubila como en Buscando a Nemo, sin embargo, el resultado, que se resiente realmente poco, es un batiburrillo creativo que rebosa talento y diversión, valores innegociables del estándar de animación de los genios de Pixar.

Lo mejor: se disfruta en todos los sentidos.

Lo peor: que Buscando a Nemo sea inigualable.

(¡Ah! Atentos a Piper, el fenomenal cortometraje que precede a la película y cuyo tráiler os dejamos bajo estas líneas. Una maravilla)

Por Javier G. Godoy
@blogredrum
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