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Festivales y Premios

Oscar 2019: Mejor dirección

Adam McKay por El vicio del poder (Vice)

A favor: Oportuna y certera, la cinta de McKay apunta directa al epicentro de la moral estadounidense, esta vez desmenuzando los entresijos “políticos” de la era Bush. No falta ironía y descaro en esta especie de biopic gubernamental donde McKay apuesta por un tono similar al de su anterior largometraje (y que le valió su primera nominación en esta categoría). Así, parecen consolidarse los rasgos estilísticos de un cineasta cuya socarronería no tiene límites a la hora de llevar a la pantalla unos ácidos guiones firmados por él mismo.

En contra: A pesar de lo notable que es su trabajo, siempre es arriesgado meterse en política. Esto no deja exentos a los cineastas y menos aún si se tiene en cuenta la imagen de la sociedad americana que se puede extraer de la cinta. Quizá la Academia no quiera premiar (y con ello reconocer), un testimonio de la historia reciente donde la insensatez más grande no es la de los políticos. 

Spike Lee por Infiltrado en el KKKlan (BlacKkKlansman)

A favor: Es innegable la capacidad de este realizador para  convertir cualquiera de sus obras en fundamento político. Y esto, lejos de ser un defecto o un vicio corregible, es toda una lección de cine. Con una larga trayectoria, aunque algo intermitente justamente por su compromiso ideológico, esta es la primera vez que Lee compite en la categoría de Mejor dirección, y no podía ser más oportuna: ácida y paródica, Infiltrado en el KKKlan es una seria denuncia sobre las injusticias raciales cuya mejor baza es la contención, un estilo que huye de la prisa o la imposición confiando en que sus imágenes sean el mejor de los alegatos posibles.

En contra: No resulta del gusto de todos que la ideología se emplee como sustrato fílmico. Puede que el valor más importante de la cinta sea a la vez el aspecto que más la perjudique a la hora de alzarse con la estatuilla, un reparo menor cuando prima el valor artístico e ideológico por encima de la complaciencia. 

Yorgos Lanthimos por La favorita (The Favourite)

A favor: El cuestionamiento de las convenciones sociales y su lógica interna están en la base de la filmografía de este realizador, capaz de dejar constancia de una particular visión del mundo, satírica, incisiva e histriónica. En su estiramiento de lo moralmente aceptable, el  estilo visual de Lanthimos equilibra florituras formales para dar como resultado una suerte de extrañamiento tan frío e incómodo como calculado y milimetrado. Menos excesiva y algo más complaciente, La favorita contiene elementos muy del gusto de una Academia que tiende a premiar los largometrajes de época.

En contra: La falta de convencionalismos, la irreverencia que respira el guion así como la reputación que arrastra Lanthimos (de autor provocador) juegan en su contra.

Pawel Pawlikowski por Cold War

A favor: Tan sorprendente como merecida, la nominación de Pawlikowski confirma el éxito de Cold War con independencia de lo que suceda durante la gala. No es la primera vez que el realizador conquista Hollywood: Ida (2014), su anterior largometraje, obtuvo el premio al mejor film de habla no inglesa además de la nominación a Mejor fotografía (categoría en la que vuelve a competir). La elocuencia visual con que construye este romance de entreguerras da como resultado un relato que prescinde de las palabras a favor de sus imágenes, composiciones bellas y cautivadoras que apuntan a la emoción sin dejarse llevar por el sentimentalismo.

En contra: Es ya todo un hito la presencia de dos directores en esta categoría a la vez que compiten a Mejor película de habla no inglesa. Su ausencia entre las candidatas a mejor película parecen pronosticar que este es ya bastante galardón para el realizador, quien ha visto reconocido su trabajo entre público y crítica. 

Alfonso Cuarón por Roma

A favor: Desde que se alzara en Venecia con el León de Oro, Cuarón ha ido cosechando premios entre festivales y asociaciones de críticos. Poco parece importar lo cercano que queda el Oscar por su trabajo en Gravity (2013), o la polémica surgida en torno a Netflix como responsable de la muerte del cine. Y no es solo que el cierto consenso de la crítica vaticine que el mexicano salga victorioso: la solidez de su trabajo es a todas luces una lección magistral del poder evocador que reside dentro del plano, algo que sucede cuando tras la cámara hay alguien que sabe pensar en cine.

En contra: La justicia, o más bien la ausencia de ella. Porque a veces no se premia lo mejor sino lo más conveniente, y en ese caso solo se puede estar hablando de injusticia.

Por Cristina Aparicio
@Crisstiapa
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