Antes de que Downton Abbey (2010) irrumpiese en la pequeña pantalla y popularizase la rígida –pero extremadamente intrigante– sociedad británica de la época eduardiana, James Ivory , bajo la firma de Merchant Ivory Productions– trajo al mundo varios títulos que demostraron cómo este americano, recientemente galardonado con el Oscar al Mejor guion adaptado por su trabajo en Call Me By Your Name (Call Me by Your Name, 2017), no sólo tenía una atípica sensibilidad hacia la campiña de la tierra del fish and chips, sino una capacidad excepcional para retratar a un país complejo que no se parecía en nada a aquel en el que él había crecido.
Con Lo Que Queda del Día (The Remains of the Day, 1993), la última aportación del director a un subgénero en el que también se encuentra su Retorno a Howard’s End (Howard’s End, 1992), el público es transportado a Darlington Hall, una casa señorial localizada en los alrededores de Oxford en la que brillan los ideales de una sociedad tan pretenciosa y anticuada como cruel e hipnotizante, y en la que conocemos al Sr. Stevens (Anthony Hopkins): un leal mayordomo que, sin él quererlo, se enamorará perdidamente de la nueva ama de llaves, la Sra. Kenton (Emma Thompson).
Sin embargo, y a pesar de que los pasillos de esta mansión están poblados por figuras similares a las del fenómeno televisivo de los ITV Studios, la historia de Stevens y Kenton esconde un amargor que dista mucho de las edulcoradas –pero no por ello menos entretenidas– vidas de la familia Crawley. Y es que mientras Stevens es víctima del juego de una sociedad rota y cruel, en la que la aristrocacia (aficionados con sentido de la decencia) coquetea con los ideales nazis y descalifica al servicio llegando a poner en duda su capacidad para ejercer sus derechos como ciudadanos, su sentido del deber y su férrea concepción del honor le privan de lo único que verdaderamente había deseado aparte de cumplir con su obligación y de mantener el orden en el que es su hogar: compartir su vida con la Sra. Kenton.
De esta manera, y muy en contra de lo reconfortante que resulta Downton Abbey, Lo Que Queda del Día funciona como un exquisito pero devastador drama eduardiano que, además de que fue ninguneado en los premios Oscar a pesar de haber conseguido ocho nominaciones, parece haber sido olvidado por el público. Y eso es casi tan descorazonador como ver al Sr. Stevens despidiéndose, bajo la conveniente lluvia inglesa, de la única persona que quiere y que sabe que perderá.
