El gran problema del VIH fue una de las mayores preocupaciones del planeta durante los años 80 y 90. Una vez descubiertos los medicamentos que minimizaban de manera considerable la posibilidad de morir , el SIDA pasó a un segundo plano y, aunque a día de hoy se sigue investigando, la terrible enfermedad parece controlada. Eso sí, el Tercer Mundo continúa sufriendo las consecuencias, fruto de la hipocresía del mundo desarrollado. Pero ese es otro tema.
Antes de todo esto, Estados Unidos luchó contra sí mismo en una durísima batalla por introducir y legalizar aquellos medicamentos que ya se utilizaban con éxito en otros países. El impresionante documental nominado al Oscar «Cómo sobrevivir a una plaga» (How to Survive a Plague, 2012) lo explicaba detallada e implacablemente.
La historia que cuenta «Dallas Buyers Club» tiene mucho que ver con esto. Ron Woodroof es el protagonista del filme de Jean-Marc Valleé, que se centra en la figura de un hombre mujeriego y adicto a las drogas, al que en 1986 le diagnostican SIDA. Sus comienzos en el tratamiento, tomando la polémica AZT y su posterior lucha contra el Estado por cambiar las cosas, son el argumento de una de las películas del año que, apoyándose en dos interpretaciones superlativas, se aleja del formato más hollywoodiense para ofrecer un planteamiento más parecido a lo que solemos ver en festivales como Cannes, Sundance o San Sebastián.
Con un ritmo pausado, frío en algunos tramos, y más cercano en la parte final, Valleé nos acerca al sufrimiento de Woodroof cambiando la propuesta según avanza el metraje. Desde los primerísimos planos del comienzo, pasando por secuencias en las que la cámara está más estática y menos nerviosa, hasta los últimos minutos, parte en la que el desenlace se produce mediante un montaje acorde a los avatares del relato.
Por otro lado, y a pesar de que el argumento ya poseé bastante fuerza por sí mismo, la cinta del director canadiense está sujeta por la fuerza de dos enormes pilares. Matthew McConaughey y Jared Leto, flamantes ganadores del premio Oscar a la mejor interpretación principal y secundaria, realizan un trabajo encomiable solo a la altura de aquellos actores capaces de mutar con sus personajes. Aquí, no solo es admirable su labor interpretativa, sino su disposición a imitar físicamente el aspecto de los verdaderos protagonistas.
«Dallas Buyers Club» es una película que, a pesar de contarnos la desgraciada experiencia de un hombre inconsciente, irresponsable e ignorante de lo que su actitud podía deparar, es un relato esperanzador que muestra el poder del ser humano para reaccionar y luchar cuando se encuentra en el ojo del huracán, por ello, es una cinta muy recomendable por su contenido y muy recomendable por asistir a la confirmación de que ese antaño guaperas llamado Matthew McConaughey es una bestia de la actuación.
Lo Mejor: El excelso trabajo de McConaughey y Leto.
Lo Peor: Que no se entre más en detalle sobre la lucha de Woodroof contra farmacéuticas y administraciones.
Por Javier Gómez
@blogredrum