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Críticas

Crimen a contrarreloj: La llamada de los muertos

Nuevas tecnologías e intriga nos han ofrecido en los últimos años algunos de los guiones más originales del cine en una época de remakes y argumentos de cómic. Desde la comercial Searching (2018), pasando por el fenómeno televisivo Black Mirror, con joyas como Minority Report (2002), la mezcla tech vs thriller vive una nueva época dorada después de unos 70 más apocalípticos donde el Soylent green o los robots de Westworld (1973) eran la mayor amenaza de la humanidad.

Llega este Crimen a contrarreloj (Don’t let go, 2020) un fin de semana en el que tendrá que competir contra los resultados de los Oscar. No parece el mejor momento para estrenar una película sin apenas estrellas, y con una relevancia tirando a mediocre. Y eso que llega con el sello de la Blumhouse, esa especie de “Neo-Hammer” que ha rescatado las esencias del cine de terror comercial, y cada poco nos ofrece una nueva cucharada de sustos e irrealidad.

Crimen a contrarreloj narra la historia de un agente de policía (gremio que empieza a ser el más representado del séptimo arte, junto al de los propios cineastas y el de superhéroes) estrechamente relacionado con su sobrina, a la que trata prácticamente como una hija. Sin comerlo ni beberlo, ella y sus padres mueren asesinados en un turbio asunto relacionado con drogas. Es en ese momento en el que el teléfono del abatido protagonista comienza a sonar y…¡Oh! ¡Sorpresa! Tu sobrina muerta está, no solo al otro lado, si no que llama desde varios días atrás en el tiempo. Esta premisa de intriga, ciencia ficción y viajes en el tiempo que podría hacer las delicias de los amantes del género, se convierte en una sucesión de escenas y giros de guion vistos centenares de veces en películas de la misma factura, convirtiendo un producto a priori magnético, en un nuevo lugar común para el desarrollo del misterio.

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© Blumhouse Productions

Por destacar algo en esta verbena de escenas innecesariamente largas, nos quedamos con sus dos protagonistas, que están francamente bien en sus papeles. David Oyewolo no para de ofrecernos interpretaciones para el recuerdo, y de nuevo lo consigue en este film. Igual ocurre con la ya no tan niña Storm Reid que, sin haber cumplido la mayoría de edad, destaca en los repartos de películas con presupuesto.

Sin apenas sorpresas, con menos explicaciones, y cayendo uno tras otro en los clichés de las películas de investigación, ni siquiera podemos contar con un final que justifique tanto embrollo, y es por eso que cuando la película termina a uno le queda la sensación de que ha invertido casi dos horas en algo que ya había hecho en el pasado. Un momento, ¿y si hemos viajado en el tiempo, y el argumento de esta película se repite una y otra vez? Desafortunadamente, nunca lo sabremos.

Lo mejor: Los dos protagonistas, muy dignos.

Lo peor: Está plagada de clichés que, además, llevan a un final inverosímil.

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