Son muchas las películas y novelas que han utilizado la misiva para contar una historia de amor. Algunos ejemplos célebres aunque, eso sí, más analógicos, podrían ser Carta de una desconocida (Letter from an Unknown Woman, 1948) o El bazar de las sorpresas (The Shop around the Corner, 1944). Ya con internet de por medio y siendo una versión muy irregular de la obra de Lubitsch, Tienes un e-mail (You’ve Got Mail, 1998). Y si de lo que hablamos es de amor desde el más allá es imposible no acordarse al ver La correspondencia, de la película de 2007 Postdata: Te quiero (P.S., I Love You). En esta cinta un enamorado, también fallecido, había dejado preparadas cartas que le van llegando a su mujer para ayudarle a superar su perdida. Las similitudes están ahí.
En la historia que aquí nos ocupa, Amy (Olga Kurylenko) es una estudiante de astrofísica que vive un romance con su profesor, interpretado por Jeremy Irons. Cuando este desaparece, ella sigue recibiendo sus consejos a través de e-mails, cartas y mensajes de texto que él ha ido organizando y planeando, sabiendo lo inminente de su muerte.
La cinta tiene un arranque muy prometedor que nos engancha, queremos saber que les va a pasar a estos personajes, que parecen huir del cliché “alumna que se lía con profesor”, y están profundamente enamorados. Y aunque hay momentos verdaderamente bellos, la historia se va desinflando, su mensaje de amor inmortal deja de tener sentido, y su excesivo metraje hace que estemos pensado durante su última media hora. A partir de ese momento te empieza a rondar la cabeza el tan temido “ya tendría que haber acabado”. A pesar de ello, ambientación, fotografía, actores y música son maravillosos. Y si bien no la convierten en una gran película, sí tiene un toque intimista y metafísico que hará las delicias de los incondicionales al género de historias de amor imposibles.
El realizador y guionista italiano Giuseppe Tornatore, ha dejado su nombre indiscutiblemente ligado a su título más relevante Cinema Paradiso (Nuovo Cinema Paradiso, 1988), ganadora de todo tipo de premios, entre ellos el Oscar a la mejor película extranjera. Ese canto de amor al cine se ha quedado grabado en nuestras retinas, y se ha convertido en el baremo con el que se miden sus demás cintas, que aunque de factura impecable, no llegan a igualar la obra redonda que cuenta la historia del pequeño Totó.
Lo mejor: Los actores y paisajes.
Lo peor: la sensación de ya vista y el excesivo metraje.