Esther (Ghita Nørby) sufre una enfermedad degenerativa y ha decidido pasar un último fin de semana con su familia para decir adiós. Sus hijas Heidi (Paprika Steen) y Sanne (Danica Curcic) entrarán en conflicto por la decisión de su madre.
El nuevo film de Bille August (Tren de noche de Lisboa, Marie Krøyer) lanza una mirada emotiva, intensa y profunda sobre un hecho incontestable: nuestra propia mortalidad, y ante la gran sombra, la decisión de ser nosotros mismos los que escojamos como morir. Es una película sobre la dignidad y sobre la familia, sobre partir dejando algo mas que un cuerpo tras de sí. En este sentido, Bille August no deja al espectador mas remedio que ir aceptando esa capa de falsa normalidad que nos muestra.
Es un logro añadido conseguir filmar el fin, sin escatimar retazos del declive, pero siempre manteniendo el ritmo de la narración. A menudo, la película abre una ventana en esta fría Dinamarca que se revela gris y opresivamente rural. Planos largos donde la casa familiar donde se concentra la acción parece una isla desierta perdida en la bruma. No es un filme convencional, ni en las formas ni el tono. Es en todos los sentidos un planteamiento propio de una sociedad nórdica, avanzada que habla de la muerte desde el sentido más práctico posible. Una sociedad que ha superado las costuras del cristianismo luterano para dignificar al individuo ante su sino. También hay situaciones rocambolescas (la escena del porro, por ejemplo) pero en general, la cinta consigue abrumar sobradamente al espectador.
En el apartado actoral, cabe destacar el enorme trabajo de Paprika Steen (Concha de plata en San Sebastián) en el papel de madre-hija que se debate entre aceptar la voluntad de su madre y controlar la impulsividad emocional de su hermana. Destacan también Ghita Nørby y Morten Grunwald, patriarcas de la familia, que consiguen arropar al resto del reparto de un modo magistral.
Lo mejor: es cine de autor, duro, inolvidable por su fuerza interior y por su humanidad.
Lo peor: el personaje del novio es algo tedioso y molesto.
Por Gerard Gomila.
@milopensa
