La cartelera española siempre tiene hueco para este tipo de producciones, películas palomiteras y de grandes presupuestos con olor a blockbuster, donde el guion se pone al servicio del espectáculo visual.
Chappie es la historia de un robot, por lo que ¿estamos ante otro filme más? Este tema parece que cada año se repite una y otra vez y eso es lo que parece indicarnos el comienzo, sin duda a nuestra cabeza vienen los recuerdos del Robocop de Paul Verhoeven y otros clásicos ochenteros como Cortocircuito.
Serán numerosos los guiños a esta década mágica. ¡Atención al reloj calculadora del protagonista y a la serie de animación que aparece en la televisión de la guarida de los malos de turno!
Después la historia da un giro, importa menos la vida laboral del experimental robot. Chappie trabajará para la policía sudafricana concentrándose así en su evolución personal. Convertido en patito feo debido a las circunstancias, su conducta primigenia es moldeada por unos ladrones cyberpunk. Ahí comienza a calar el verdadero mensaje del director. Neill Blomkamp desea contarnos cómo será el futuro próximo en la Tierra, un futuro donde los robots habrán sustituido a los hombres o donde estos, buscando la vida eterna, se habrán convertido en máquinas. Un fantástico y utópico modelo de mundo idealizado en la mente de su creador.
© Sony Pictures
Todo la trama está salpicada por unos modernos efectos especiales, deudores del más espectacular Michael Bay, un sonido que en ocasiones resulta ensordecedor y una violencia extrema, todos ellos rasgos inequívocos del mejor Blomkamp. En resumidas cuentas, nos encontramos con una película que transmite un mensaje positivo en lo que se refiere al futuro de la humanidad disfrazado de entretenimiento adolescente.
Lo mejor: los efectos especiales, dignos de las grandes superproducciones de Hollywood.
Lo peor: la repetición de viejas fórmulas.
Por Pablo Parrila.
@humusus
