Aún con ecos del pasado Festival Internacional de Cine de Sitges, aterrizamos en otra fecha idónea para homenajear al terror cinematográfico; Halloween, la festividad made in USA que se ha extendido como un virus, es una celebración perfecta para recordar aquellas producciones que nos pusieron la piel de gallina.
Una vez más, recopilamos las opiniones de críticos de otros medios, que colaboran con REDRUM para proponeros algunas de esas películas que marcaron su pasión por el género más controvertido del séptimo arte.
Cristina Aparicio (Redrum, Insertos de Cine) / Pesadilla en Elm Street (A Nightmare on Elm Streen, Wes Craven, 1984)
Era 1984 cuando Wes Craven daba vida a uno de los iconos del cine de terror: Freddy Krueger. Desdibujada la línea entre lo real y lo imaginado, la idea de un asesino onírico traspasaba la pantalla al plantar ese germen que es el miedo en la cotidiana y necesaria actividad de todo ser humano: dormir. Crítica social, carácter subversivo, alegato adolescente… Muchas son las teorías que cohabitan en Elm Street, pero no nos pongamos analíticos, hablamos de miedo, ese que perdura terminada la película y del que no puedes huir ni yéndote a dormir.
Juanma Ruiz (Caimán Cuadernos de Cine, Jot Down) / La bestia y la espada mágica (Jacinto Molina, 1983)
Hoy en día es muy fácil reivindicar casi cualquier película de terror. Hay fans y defensores de casi todo: el slasher, el terror psicológico (sea eso lo que sea) el J-Horror, el torture-porn… Pero un servidor tiene debilidad por el viejo fantaterror español y uno de sus máximos exponentes: Paul Naschy. La bestia y la espada mágica es una de sus obras más inclasificables y divertidas: Un delirio acerca de un noble del siglo XVI que viaja a Japón en busca de una cura para su licantropía… la mezcla de hombres lobo, brujas y samuráis es sencillamente demasiado loca como para dejarla escapar. ¿Da miedo? A día de hoy, ningún film del fantaterror patrio lo da (si es que alguna vez lo consiguió). ¿Tiene magia? Sin duda.
Carlos Fernández Castro (Bandeja de Plata) / La mansión encantada (The Haunting, Robert Wise, 1963)
Ana Santamaría (Vivir de Cine) / The Ring (Gore Verbinski, 2002)
Christian Leal (Cine & Comedia) / La cabaña en el bosque (Cabin in the Woods, Joss Whedon, 2012)
El cine de cabañas en el bosque era un subgénero que parecía estancado desde hacía ya algún tiempo, sin embargo, La cabaña en el bosque lo cambió todo. Joss Whedon y Drew Goddard reinventaron la peculiar categoría convirtiendo esta cinta en un puzzle de géneros que encandila por su ritmo y por lo inteligente de su guión. Terror, suspense, acción, comedia y ciencia ficción se dan la mano en una de las mejores películas de terror de los últimos años.
J.M.C (Redrum) / ¿Quién puede matar a un niño? (Narciso Ibáñez Serrador, 1976)
Veinte años antes de que John Carpenter estrenara El pueblo de los malditos y tres años antes de que Stephen King publicara Los chicos del maíz, Chicho Ibáñez Serrador (junto a Paul Naschy y Jaume Balagueró, el creador de terror más trascendente de España) dirigía esta pesadilla magistral y atemporal, un film salvaje y violento que hace honor al adagio de Def con dos “Herodes no andaba muy descaminado, defendiendo a ultranza el jarabe de palo”. Con una estética influida por su contemporáneo spaguetti western, narra la historia de una pareja de turistas que viaja por la costa española antes del inminente nacimiento de su primer hijo. El empeño del marido en volver a una isla incomunicada en la que en algún tiempo fue feliz, desata la locura. Terror a la luz del día, terror en un entorno de paz y sosiego, terror encarnado en las criaturas más inocentes de la Creación. Una claustrofóbica cinta con una música de esas que te acompañan a la cama las noches de tormenta. Un filme que te plantea cuestiones morales y éticas en relación a la supervivencia. ¿Hasta dónde seríamos capaces de llegar por subsistir? ¿Nos sacrificaríamos para que nuestra pareja nos sobreviviese? ¿Nos atreveríamos a matar a un niño?
Juan Roures (La estación del fotograma perdido, EAM) / The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975)
Pocas películas captan tan bien el espíritu de Halloween como esta extravagante combinación de “terror cutre” y comedia musical, una festiva sucesión de escenas hilarantes, grotescas, provocativas y, sobre todo, tremendamente divertidas donde el desconcierto abunda, la coherencia escasea y cada canción supera a la anterior en carisma e intensidad. Atención a la jovencísima Susan Sarandon y, por supuesto, al explosivo “travesti transilvano” de Tim Curry, todo un icono de la cultura LGTB.
María Aller (Aller fui al cine) / Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960)
No es por la escena de la ducha con su reconocible banda sonora. Ni por su resolución. Ni por la mirada inquietante que gestó Perkins para convertirse en Norman Bates. Lo grande de Psicosis como cinta de terror es el recargado ambiente que logró Hitchcock: nunca una cena de leche y bocadillos fue tan turbadora. Algo que resulta más palpable si el visionado se realiza de niño. Y por ser una película que se descubre -normalmente- a temprana edad, el pavor que genera es mayor.
Alfonso Caro (El Palomitrón) / El diablo sobre ruedas (Duel, Steven Spielberg, 1971)
Aunque pueda ser recibida inicialmente como una cinta de suspense, lo cierto es que El diablo sobre ruedas es capaz de abandonar la senda del maestro Hitchcock para explorar el sendero del horror sin ninguna dificultad. Concebida inicialmente como una tv movie, Universal no tardó en apostar por ella para mostrar en las salas de cine una de las persecuciones más perturbadoras de la historia del cine. Y es que el terror no solo reside en los elementos fantásticos y bajo el cobijo de la penumbra, también lo hace a plena luz del día, trastocando nuestra rutina para embarcarnos en un viaje hacia la ansiedad y la paranoia en su estado más puro.
Ejemplarmente filmada, y con un pulso narrativo extraordinario, El diablo sobre ruedas es un relato que confía todo su potencial en la posibilidad real de que lo que nos cuenta el maestro Spielberg quizá sea más posible y realista de lo que nos gustaría aceptar. En cualquier momento de nuestro día a día, cualquier gesto, le demos la importancia que le demos, puede significar un giro al infierno. Y es ahí, donde el film arranca para no soltar ya el acelerador.
Sergio F. Fernández (Redacción Atómica) / Las colinas tienen ojos (Alexandre Aja, 2006)
La redes se estremecían estos días con «lo de Walking Dead». La serie de zombies por antonomasia se las apaña cada temporada revolver los estómagos de sus seguidores, pero la realidad es que esta transgresión es muy poco innovadora. Uno de los grandes referentes de la serie de AMC es un remake estrenado en los primeros compases del nuevo Siglo. Las Colinas tiene Ojos de Alexandre Aja es una de esas películas que inexplicablemente pasa desapercibida entre las listas de la películas más terroríficas de los últimos años, y eso que no le faltan motivos: una ambientación única, un reparto bien seleccionado y sobre todo un puñado de secuencias que hacen removerse hasta el más valiente. Hiper recomendable si queréis pasar una noche de verdadero TERROR.
Javier G. Godoy (Redrum) / Misery (Rob Reiner, 1990)
Media melena, unas botas robustas, falda, jersey, un chaleco, cara de no haber roto un plato y algunos kilos de más. Es posible que algunos no te reconozcan, aunque los más avispados sabrán que en la noche más terrorífica del año has decidido homenajear a Annie Wilkes, una verdadera hija de perra cuya interpretación le valió el Oscar a Kathy Bates. De la retorcida (y privilegiada) mente de Stephen King salió Misery, una novela escalofriante sobre el destino de Paul Sheldon, exitoso escritor interpretado por James Caan, que tras tener un accidente acaba postrado en la cama de una de las habitaciones de su nueva cuidadora. La mujer, de apariencia afable y suaves maneras, resulta ser «su fan número uno», pero para desgracia de Sheldon, Wilkes se revela como su peor pesadilla y hará que su estancia en la cabaña sea un verdadero infierno. Bien por Rob Reiner, que supo captar el espíritu de la novela y plasmar en celuloide la intensidad de la historia y, sobre todo, la terrorífica esencia de la personalidad de Annie Wilkes, un personaje salvaje y absolutamente estremecedor.
