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Críticas

Black Mass: biopics como fast food

El cine de gangsters resulta de lo más estimulante para todos los sectores del público. Para jóvenes y viejos, y para no tan jóvenes y no tan viejos. Siempre hemos disfrutado de esas historias en las que algunos cruzan la línea que separa lo moral de lo inmoral, lo ético y lo que deja de serlo. Supongamos que es porque, alguna vez, hemos soñado con ello, con dejar de trabajar ocho horas en una oficina para desafiar al sistema y hacerle una peineta mientras nos llenamos los bolsillos con dinero rápido y sucio.

Esta vez le toca el turno a James «Whitey» Bulger, un elemento de cuidado que hizo y deshizo a voluntad durante más de una década en el sur de Boston y que acabó colaborando con el FBI para más tarde ser arrestado y condenado a dos cadenas perpetuas. Algo habría hecho, dicen.

Para intepretar a este outsider contemporáneo se ha elegido a Johnny Depp, artista algo encasillado estos últimos años que aquí, a pesar de tener que repetir esfuerzo y paciencia en el departamento de maquillaje, intenta darle autenticidad y algo más de rigor a un personaje que se lo ha exigido más de lo que lo hiciesen el lobo de Into the Woods (Rob Marshall, 2015) o Charlie Mortdecai, el marchante de arte de la merecidamente denostada Mortedecai (David Koepp, 2015)

El razonable esfuerzo y meritorio trabajo desempeñado por Depp, demasiado aislado por un guión egoísta que deposita sus mejores tramos sólo en su personaje, son los únicos momentos en los que Black Mass alza el cuello para seguir respirando e intenta no ahogarse en una estructura narrativa que bebe demasiado del cine de Martin Scorsese y que intenta dar su particular homenaje al maestro sin conseguirlo del todo. La factura, muy aceptable, no ha bastando para hacer del filme de Scott Cooper una referencia en la nueva ola de dramas criminales y cuando acaba la película la sensación es de que se ha quedado corta, muy corta.

© Warner Bros Pictures

© Warner Bros Pictures

A priori, Black Mass tenía ciertos puntos fuertes que parecían situarla en un lugar privilegiado entre los estrenos más esperados, pero ni su gran reparto (Bennedict Cumberbacht, Joel Edgerton, Kevin Bacon, Sienna Miller…), ni la cinta que precede a esta en la filmografía de Cooper, la fenomenal Out of the Furnace, logran darle consistencia a un proyecto bien interpretado por su estrella protagonista pero condenado al olvido entre la infame lista de irritantes biopics prefabricados.

Lo mejor: algunos planos con clase y el trabajo de Johnny Depp.

Lo peor: pese a la magnitud de su historia, se acaba haciendo pequeña.

Por Javier G. Godoy
@blogredrum

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