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Cine Documental

BILLY: Alguien tendrá que contarlo mejor

Cuando el revisionismo histórico confronta con la experiencia, el resultado suele ser el estupor y el desconcierto del espectador. Y esto es lo que ocurre con Billy (2020), que te queda la sensación de que hay un grupo minoritario que se ha apropiado de un discurso, y aprovecha episodios oscuros de la historia para elevar proclamas y crear trincheras. Qué lástima de oportunidad perdida, qué tristeza comprobar que nadie se ha preocupado por ofrecer un producto de calidad en torno a un tema que aún necesita ser revisado sin los ojos del revanchismo.

Billy debería contar el violento, criminal e impune comportamiento de la policía de Franco en los duros años del final de la dictadura, en abierto conflicto con las protestas estudiantiles y las asociaciones obreras que clamaban por un sindicalismo que acabase con la verticalidad. En concreto, el documental se centra en las sucias y abyectas artes de esa lacra humana que fue el agente Antonio González Pacheco, alias Billy el niño, un espécimen que apenas llegaba a la categoría de ser, que disfrutaba torturando al entramado social que demandaba más libertad, amnistía y autonomía.

El valor documental del testimonio de las víctimas del torturador es innegable, emocionante, tremendamente humano en sus grandezas y en sus bajezas. Sin embargo, esta producción basada en el crowfunding, parece realizada con prisa, como si hubiera una carrera por llegar el primero a la meta de la narración de estos hechos execrables. El documental adolece de profesionalidad en muchos tramos, el sonido en algunas de sus entrevistas (interesantísimas y necesarias, por otra parte) es deleznable, la obligada consecuencia de la pandemia obliga a muchos personajes a prestar testimonio por videollamada, con todo lo que eso conlleva en cuanto a calidad de imagen. La labor documental no existe, la película apenas ofrece nueva información y solo tenemos acceso al testimonio de una parte, que si bien es la importante, deja la sensación de cierta pereza en la labor de redacción. Ni que decir tiene que la broma de unir secuencias con imágenes de películas que hablan del histórico Billy the Kid (dibujos animados, viejos westerns….) se puede poner directamente en el apartado del mal gusto.

No quiero entrar en el plano político, en que solo escuchemos la voz de un partido, en que veamos a gente nacida en democracia juzgar la Transición (por lo menos esta vez nos hemos ahorrado a Victoria Prego), que dé la sensación de que se ha aprovechado el discurso sobre un episodio para aglutinar odios y críticas al proceso de apertura democrática de un país que venía de 40 años de dictadura y de enemistad. Nadie duda de que uno de los episodios más tristes de nuestra historia es la impunidad con la que muchos adalides del franquismo vivieron tras la muerte del Caudillo, lo que no significa que tengan que ofrecernos un pobrísimo documental con un tema que tiene tanta necesidad de ser bien contado.

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