El campo de juego era bullicioso, el ritmo frenético, las amenazas de unos a otros constantes; había trash talk, faltas de respeto, jugadores de talla despreciando a los más pequeños; pero también se disfrutaba momentos lúcidos, arte, alegría, y vida, mucha vida. En un punto caótico del encuentro, el propio juego pareció pedir tiempo muerto para replantear sus normas. La cancha global se detuvo por varios meses. El mundo entero se recluyó en sus banquillos y algunos llegamos a tomar miedo a volver al parqué mientras pasaban las horas de inacción. En esos momentos, buscamos otras formas de seguir jugando: aventuras en las páginas de los libros, historias imposibles en las pantallas, evasión en la música, calor en las discusiones virtuales, ilusión en el recuerdo… Entonces, Netflix volvió a hacerlo. Presionó al equipo de montaje y adelantó el estreno de una de sus producciones más ambiciosas. Junto a ESPN, anunció el estreno streaming más mediático de lo que llevamos de año. Lo hizo aprovechando la sed de eventos deportivos de los aficionados (¡los de cualquier deporte!) tras semanas sin ver un partido en vivo, la necesidad de entretenimiento de los espectadores en general, y la muesca de felicidad que genera la nostalgia de los eventos culturales de décadas pasadas. The Last Dance había llegado a nuestros televisores: Michael Jordan volvía a ser el hombre del momento.
La serie documental de Jason Hehir -experto documentalista deportivo-, se descubre desde el primer episodio como todo lo que aquel que estuviera expectante por ella deseaba, pero también como un documento mucho mejor de lo que cualquiera con un mínimo interés, o con algo de curiosidad, pudiera esperar. Una de sus claves, sin duda, resulta el planteamiento estructural donde una vía narrativa principal enraíza en muchas otras que la alimentan y embellecen. La fantástica edición opta por desentramar ese último gran baile que supuso la temporada 97-98 para los Chicago Bulls desde una espiral temporal continua en busca de los paralelismos épicos, sentimentales y constitutivos de la franquicia y su principal estrella durante casi dos décadas.
Presenta además un interesante sentido del ritmo que evoluciona desde un inicio algo dudoso, quizás en un intento de tomar el tacto del público. En los primeros compases del juego, podríamos incluso poner en entredicho sus intenciones periodísticas, más centradas en generar el drama mediático desde la figura de un leviatán -casualmente representado en Jerry Krause, quien fuera el demiurgo de la franquicia- que en narrar una épica deportiva. Por suerte, el partido se construye en cada episodio, sabiendo utilizar a aquellos que acompañaron al entrenador más hippie -y uno de los mejores- de la historia: Phil Jackson. Las historias personales de Jordan (obligado protagonista) dejan paso a otros flashbacks que ponen en valor la superación de Pippen, la extravagancia de Rodman, el tesón de Kerr o la evolución de Kukoc, mientras las temporadas previas al 97 forjan la leyenda, y los rivales se descubren ante el gran dominador de los 90. A lo largo del encuentro, quedan jugadas maravillosas que nos hacen olvidar momentos al límite del rigor en busca del sensacionalismo (también es parte de show-bussiness). Agradecemos descubrir que la conclusión queda más cerca de la puesta en valor del movimiento cultural que supuso el equipo liderado por Jordan, como Obama se encarga de subrayar, que del circo con el que coquetea en ocasiones y al que ahora no paran de hacer referencia muchos medios desde el inicio de la retransmisión.
La culminación de una era, el éxtasis deportivo y cultural, que se transformó en un evento casi global, llega tras 10 largos episodios cargados de testimonios, recuerdos, tragedias, rencillas, esfuerzo y baloncesto. La pirámide narrativa solo podría culminarse de una forma, de ninguna manera habría documental si no fuera así. Conocemos de sobra el resultado, pero no podemos evitar contener la respiración cuando el balón sale de sus manos en la última jugada ante Utah Jazz y aparece en nuestras retinas una de las imágenes definitorias de este deporte: el sexto título en 8 años, el segundo triplete de anillos consecutivos, la cima del estrellato para The Black Jesus. La pieza documental concluye en lo más alto después de habernos otorgado la oportunidad de colarnos en el vestuario de uno de los mejores equipos de la historia, una referencia para cualquier deporte y un fenómeno cultural que dos décadas después vuelve a estar en boca de todos.
Si aún quedaste con ganas de más baloncesto, estás de suerte; quizás sea hora de dedicarle tiempo a otros grandes documentales anteriores antes de que nos inunden con otros similares a este. Cinco asistencias clave son ahora el complemento perfecto para finalizar la jugada, descubrir otras historias que no tienen cabida en esta obra, pero ayudan a seguir completándola y a conocer un poquito mejor el deporte que el enorme Pepu Hernández una vez bautizó como: BA-LON-CES-TO.
HOOP DREAMS: NCAA y el salto profesional
De sobra es conocido que cualquier jugador norteamericano que quiera llegar a la universidad debe pasar antes por la liga universitaria, la NCAA. Michael Jordan fue a parar a North Carolina, donde comenzó su leyenda. Con todo, las historias de los jugadores no siempre son tan bonitas como las de aquellos que llegan a lo más alto. Aquí aparece un documental esencial, el mejor que se haya hecho sobre el tema. Lo firma Steve James, se titula Hoop Dreams (1994), y nos narra las dificultades, el esfuerzo, las trampas y las ilusiones de miles de jugadores que desean alcanzar la fama, seguir los pasos de sus héroes.
Por si fuera poco, ESPN ya había colaborado anteriormente con Jason Hehir. Lo hicieron para narrar la historia de uno de los mejores equipos de la historia de la NCAA, también de los 90 y con un resultado nada desdeñable: The Fab Five (ESPN, 2011).
THE DOCTOR: Before Black Jesus
El periodista Arturo Peñalba escribió un maravilloso artículo sobre el documental The Doctor (NBA Entertainment, 2013) para la revista Jot Down al que tituló de forma tajantemente definitoria: Julius Erving, el hombre que lo empezó todo. Les invito sin duda a ver el documental y leer el artículo (todos sus artículos si te gusta el baloncesto) para entender que, si Jordan llegó a ser el mesías que ahora conocemos, es porque antes The Doctor había cambiado por completo la forma de entender el juego, catapultando el espectáculo del baloncesto callejero a las canchas profesionales con una personalidad y un estilo únicos. Motivos que le llevaron a romper tabúes y barreras para sus compañeros de profesión. Sin ir más lejos, nunca antes alguien habría pensado que podrían ver a un afroamericano protagonizando anuncios, o con su propia línea de productos en Converse.
MAGIC & BIRD: Legados de Leyenda
Uno de los capítulos de la serie regala un instante que muchos aficionados esperaban: Kobe Bryant aparece en pantalla. “No tendría cinco campeonatos sin él”, asegura el eterno jugador de Lakers cuando se refiere al que llama su hermano mayor. Del mismo modo que Jordan no tendría sus seis anillos si no fuera por los otros dos legados que dominaron en los 80, impulsados por dos de los mejores deportistas de la Historia y una historia de rivalidad. Magic and Bird: A Courtship of Rivals (HBO, 2010), desarrolla la historia de dos personajes casi antagónicos que buscaron la cima capitaneando sendos equipos para crear una década de momentos deportivos épicos, mientras elevaban el nivel del juego a lugares insospechados.
THE DREAM TEAM y el baloncesto europeo
Magic, Bird, Jordan, Pippen, Robinson, Drexler, Stockton, Malone, Ewing, Barkley… Todos en el mismo equipo. La gente pensó que estaban soñando, y así quedó bautizado ese equipo de ensueño. El documental The Dream Team (NBA Entertainment, 2012) recoge la experiencia de lo que fue aquel equipo y cómo se vivió su participación en los JJOO de Barcelona ’92. Perfecto para completar las pequeñas referencias que se hacen en la serie a un evento de tal magnitud, aunque sin demasiada trascendencia.
En cambio, la aventura norteamericana no es, ni de lejos, el mejor documental sobre el baloncesto en esos juegos. Europa guardaba historias deportivas increíbles tras su telón de acero, y éstas debían ver la luz en este formato en algún momento. Lejos de la vida de lujos y el gran sueño americano, el baloncesto supuso casi un arma política contra la opresión en Lituania. The Other Dream Team (Marius A. Markevicius, 2012) expone la importancia del deporte en un país bajo la bandera y el control de la URSS, también cómo aquellas olimpiadas significaron mucho más que un bronce para Sabonis y los suyos. Imprescindible, como lo es también Hermanos y enemigos: Petrovic y Divac (Once Brothers, NBA Entertainment, 2010), documental que sirve de radiografía política del otro gran gigante baloncestístico europeo, Yugoslavia, y cómo se se vivió la independencia de Croacia y la posterior guerra, narrado desde la perspectiva de dos jugadores que un día fueron inseparables. En ambos casos, hablamos de jugadores que se ganaron el respeto de la NBA y abrieron un camino para un baloncesto, el europeo, que se presenta con una mentalidad completamente diferente, también fruto de sus propias circunstancias; reflejo y elemento vivo de la cultura coetánea.
Desde la perspectiva Española, es cierto que aquellos Juegos no fueron el mejor momento, pero sí lo habían sido los años 80, como puede verse en el documental cuando un joven Jordan compite en Los Ángeles ’84 por el oro contra una España entrenada por el alcazareño Antonio Díaz-Miguel y liderada por el gran Fernando Martín, primer español en la NBA. Sin esas generaciones, no habríamos vivido la época dorada actual cuyas dos décadas serán recogidas por la FEB y Amazon Prime en la serie documental La familia del baloncesto español (en producción). Hasta su estreno, sin fecha por el momento, podemos disfrutar de muchos episodios fantásticos de Informe Robinson sobre sus jugadores, o pequeñas piezas como Héroes de oro (Kiko Martín, 2011).
MORE THAN A GAME: La NBA tras Michael Jordan
Todos los que no hemos superado aún los 30 no vivimos igual el esplendor deportivo de los Bulls y el baloncesto en general de los años 90. Aunque, ¡mi VHS de Space Jam y el muñeco de acción de Jordan siguen siendo oro! Sin embargo, el legado de décadas anteriores en los jugadores contemporáneos con los que sí hemos crecido, es fácilmente referenciable. El que quizás sea la estrella mediática del momento (sin entrar en debates de quién pueda machacar la bola mejor), también tiene su pequeño documental. More than a Game (Kristopher Belman, 2008) se centra en el desarrollo deportivo de Lebron James desde su época de instituto y cómo los valores de compañerismo le impulsaron a convertirse en la figura que es hoy en día. Un documental digno de ver, que a pesar de haber cumplido más de una década sigue siendo perfectamente válido, además de ser una ventana a entender la competitividad -en muchas ocasiones insana- que nutre el baloncesto base en Estados Unidos.