Son ya 25 años. Un cuarto de siglo ni más ni menos, muchos ni habríais nacido aun. Por entonces la acción recargada carente de argumento arrasaba en los cines después de un arranque de década trufado de títulos deudores del éxito del grupo Planet Hollywood (ya sabéis, Stallone, Schwarzenegger y Bruce “McClane” Willis) y una segunda división que, sin llegar a la relevancia de estos, hacía números en taquilla y, por tanto, nos legaron un catálogo de golpes y frases hechas para la posteridad ( en este grupo podemos ubicar a Van Damme, Steven Seagal y muchos otros que no podemos citar por falta de espacio y, porque no decirlo, por pudor).
Decía que han pasado ya 25 años desde que el excesivo Michael Bay rodara Bad Boys junto a los incipientes Will Smith y Martin Lawrence, una mezcla de acción, humor y presupuesto espacial que funcionó tan bien en taquilla que los mismos protagonistas se arriesgaron con una segunda parte allá por 2003 con más humor, más acción y más presupuesto. Pues bien, la fórmula no se agota como sí hacen las cuentas corrientes de algunos actores, así que asistimos al estreno de Bad Boys for Life, de la que se ha bajado Bay como director, confiando los mandos a los belgas Adil El Arbi y Bilall Fallah.
La trama es la de casi siempre en este tipo de buddy movie crepuscular: unos narcos malos malos quieren venganza por algo que uno de los protagonistas realizó en el pasado, y harán todo lo posible por dañarle a él y a todo lo que le rodea. En este caso la villana es la mexicana Kate del Castillo (cuya primera aparición en la película no puedo si no recordar a su “relación” con el narco Chapo Guzman), quien mandará a su único hijo a bañar la costa de Miami con la sangre de sus enemigos, construyendo un personaje que es una especie de Lady Macbeth adoradora de la muerte.
Si la comparamos con las entregas anteriores, la dosis de acción y de humor se reduce sutilmente (el sello Bay es difícil de igualar) pero consigue lo que pretende: tenerte dos horas pendiente del abrumador sonido de los motores en las persecuciones, de las balas en los tiroteos, y de los grititos ahogados de un Martin Lawrence con paperas. Sin duda no defraudará a los fans, ya que los guiños a situaciones, anécdotas y personajes de las dos primeras partes deambulan de forma inteligente por el film. Como siempre destacar la vena humorística y el carisma que aporta ese grandísimo actor que es Joe Pantoliano.
En su haber señalar un giro de guion final que, si bien no carece de sentido, huele a medida desesperada para justificar una traca rodada con pulso, aunque no tenga nada que ver con el atracón de explosiones y destrucción de media Cuba de la segunda parte.
Lo mejor: Mucha acción, mucho humor y el carisma de sus actores que se mantiene intacto.
Lo peor: El daño que las telenovelas están haciendo al cine norteamericano.
