Amelia es una viuda golpeada doblemente por la tragedia. Tras la perdida de su marido en un accidente, su hijo vive atemorizado por terrores nocturnos. El encuentro de un libro infantil que narra la historia de una entidad maligna llamada Babadook marcará el inicio de una tragedia aun mayor.
Un argumento sencillo que subyace en una segunda piel; bajo esa segunda epidermis, se puede encontrar el drama humano, y también, la metáfora de algo mas oscuro y mas real, que es el lodo que deja la desgracia, sobretodo cuando no parece haber ninguna señal de felicidad en el horizonte. En este sentido, Babadook consigue presentar, por un lado, un drama humano, y por el otro una fabula oscura sobre un personaje hostigador, maligno y de aspecto realmente inquietante, que tanto bebe estéticamente de El gabinete del dr. Caligari como de la inquietante sonrisa del gato de Chesire que aparece en la versión Disney de Alicia en el país de las maravillas.
En los aspectos formales, la película destaca poderosamente por la brillante actuación de Essie Davis (brillante, impecable y docenas de otros adjetivos) secundada por una puesta en escena precisa y comedida que otorga un gran protagonismo al drama humano. Bajo esa piel de drama, precisamente, emerge ese elemento oculto que consigue que la película sea algo mas que una aparición fantasmal. No se trata de una película del hombre del saco, pero si que da una visión muy explícita del interior de ese saco; pesadillas reales, tragedias y oscuridad, mucha oscuridad.
En su conjunto, la película consigue mantener el pulso. Una historia que sin ser excesivamente original se beneficia de la visión de su directora. En otras manos, tal vez hubiera resultado un film de sustos para adolescentes, o peor aún, una cinta olvidable entre las centenares de propuestas que medran en el fantástico internacional. No presenta elementos originales, sino que su gracia reside en que cocina estos elementos con el drama humano en primer plano. Tal vez ahí resida su grandeza. Así lo creo yo.
Lo mejor: un gran trabajo actoral y un espectro que pone los pelos de punta.
Lo peor: tal vez decepcione a los que esperan que el monstruo sea el maestro de ceremonias.
Por Gerard Gomila.
@milopensa
