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Críticas

Aprendiendo a conducir: circulando en sentido opuesto a la vida.

La separación de Wendy (Patricia Clarkson) después de descubrir la infidelidad de su marido parece inminente. Resignada y vencida, su camino se cruza con el de un taxista y profesor de autoescuela indio (Sir Ben Kingsley). Juntos intentaran superar sus miedos y frustraciones. Una historia de apariencia sencilla que muestra dos personajes alejados, en las antípodas culturalmente pero que encuentran un salvoconducto, el uno en el otro, para sobrevivir a la tragedia de sus vidas.

Isabel Coixet lo ha vuelto a lograr gracias a un guión increíble y a un pulso único para narrar, para mantener el ritmo y mostrar, sugerir e inducir al espectador a descubrir mas de una dimensión argumental. Se nutre de un elenco de pequeños detalles; silencios, miradas, diálogos que invitan a reflexionar sobre la pareja, la soledad o la superación personal, entre muchos otros.

En este sentido, la película reposa en pocos personajes y la trama orbita exclusivamente alrededor de su pareja protagonista, a pesar de contar con secundarios de altura, tales como Grace Gummer (American Horror Story) o Jake Weber (El amanecer de los muertos).

En el apartado actoral, Ben Kingsley se luce con una interpretación magistral; comedido, sin ningún ápice de exageración o parodia, mantiene en todo momento un personaje que puede caer en el tópico y en el cliché pero que consigue cautivar y emocionar. Por su parte Patricia Clarkson resulta demoledoramente cercana al espectador, mostrando su lucha, su dignidad como mujer herida, derrotada incluso. Una personaje encerrado en la república de las letras, ajeno a la vida, mas allá de las palabras hasta que la realidad levanta el telón y debe enfrentarse a sus consecuencias.

Donde Coixet demuestra altas cotas de genialidad es en su capacidad metaliteraria, su interés por hacer de Aprendiendo a conducir algo mas que un filme, mas bien parece una novela clásica. Ahí es donde se muestran aspectos literarios, inspiraciones esparcidas en su metraje, sutiles pero muy interesantes. Sus personajes son versiones modernas de los personajes surgidos de las novelas de Tolstoi i Dostoievski. Tragedias andantes, aunque en este caso, Coixet aporta una ventana de luz, un toque cómico que amplifica las virtudes de la película y consigue cautivar al espectador.

© Broad Green Pictures

© Broad Green Pictures

El film consigue, a través de la metáfora, iniciar y culminar un viaje hacia la aventura de la superación personal y a su vez, muestra la universalidad de la tragedia doméstica, de la diferencia entre la felicidad y las expectativas sociales que gravitan sobre este concepto, y en medio de todo esto, un coche, dos personas, dos maneras de hacer y un solo objetivo: conseguir el carnet de conducir; mas allá del resultado, el viaje vale la pena.

Lo mejor: Coixet en estado de gracia, conjugando tragedia y comedia de un modo magistral. Una película superlativa.

Lo peor: cierto exceso de metraje, especialmente en su tramo final. Su clímax, predecible, se demora demasiado cuando ya hay poco mas que contar.

Por Gerard Gomila.
@milopensa

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