Desde hace unos años el universo del Expediente Warren, creado por James Wan, ha impuesto sus formas en el mercado del cine del terror. Esta incursión, que fue iniciada con la primera entrega en el 2014, ha construido y desarrollado un universo que se ha ramificado sustancialmente frente al estancamiento de películas de género similar. Después de tres entregas, Wan y su equipo deciden esta vez empezar desde cero con la precuela de Annabelle (2014), explicando la génesis de la muñeca demoníaca.
Para esta ocasión no es John R. Leonetti sino David F. Sandberg el que está al mando de la realización, director sueco que dirigió el excelente corto pero no tan acertado largometraje Nunca apagues la luz (2016). Aunque reacio al proyecto al principio, Sandberg se dejó convencer por el guión firmado por Gary Dauberman, responsable, en parte, del texto de la taquillera IT (2017).
En Annabelle: Creation (2017) la historia se remonta a los 50, cuando Samuel Mullins (Anthony LaPaglia) y su mujer Esther (Miranda Otto), unos fabricantes de muñecas artesanales, pierden a su pequeña hija Bee (Samara Lee) en un trágico accidente. Doce años después, acogen en su casa a un grupo de huérfanas y la enfermera que cuida de ellas, aunque, muy pronto, se convertirán en el blanco de la diabólica muñeca Annabelle. En este punto, cabe destacar a las jóvenes Lulu Wilson (Ouija, el origen del mal) y Talitha Bateman (La quinta ola) que nos revelan aquí su gran potencial y el talento que parecen atesorar.
El film goza de buena salud en lo que respecta a su puesta en escena. La reconstrucción de la inmensa casa (mezcla de decorados con diseño digital) es perfecta para desarrollar la historia, que se aprovecha de este aspecto y la buena planificación del director (el plano de lo Mullins saliendo de la iglesia es muy interesante). Además, la mayoría de la película transcurre en un ambiente cerrado; la casa está en medio de la nada, con un taller, un granero y un pozo, excelentes ingredientes para una película de terror. En este sentido, su banda sonora contribuye en construir esa atmósfera inquietante, cumpliendo eso de que la música resulta un elemento principal en las películas del género.
Sin embargo, y a pesar de reunir varias de estas virtudes, el film de Sandberg no aporta nada nuevo. Se suceden y repiten los clichés y los mismos artilugios del miedo a lo largo de sus 109 minutos, tópicos que generan una ligera falta de ritmo a pesar de provocar los sobresaltos del público. Esto es lo más destacable de la película, pues el realizador acierta a la hora de poner al público en situaciones previsibles pero que, a pesar de todo, logran inquietar.
En conclusión, Annabelle: Creation es una aceptable película unida al universo Warren pero que no se acerca a la trascendencia del original. Al menos, consigue hacerse un hueco en la famosa saga, a la vez que hace tapar los agujeros de la anterior incursión en la leyenda de la diabólica muñeca. Los fans del universo The Conjuring apreciarán también algunas conexiones que establecen una coherencia en todo el conjunto, así como varios guiños. Dos de ellos anuncian un par de esperados capítulos en el 2018, películas que, esperamos, estén a la altura de nuestras expectativas.
Lo mejor: una buena puesta en escena y el elenco infantil.
Lo peor: su abuso de los golpes de efecto.