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Cine norteamericano

Animales fantásticos y dónde encontrarlos: De vuelta al mundo mágico

En 2001, llegaba a las librerías Animales fantásticos y dónde encontrarlos, catálogo de criaturas mágicas del universo inventado por J. K. Rowling y que en la saga Harry Potter hacía las veces de libro de texto empleado por los alumnos de Hogwarts. Cinco años después del estreno de Harry Potter y las reliquias de la muerte II, fin de una década cinematográfica repleta de magos, brujas y muggles, David Yates se pone al timón del guión que la propia J. K. Rowling escribe a partir de su inventario de bestias.

Con unos títulos de crédito iniciales que ya advierten de la naturaleza (genealógica) del film, Animales fantásticos y donde encontrarlos (Fantastic Beasts and Where to Find Them, 2016) se convierte en la continuación, a modo de ampliación, de la filmografía dedicada a Harry Potter, alejándose temporal y espacialmente del enfrentamiento del joven mago y sus amigos con el malvado Lord Voldemort. Rowling construye un spin-off que se sitúa setenta años antes que el resto de las películas de la saga para contar la historia de Newt Scamander (un Eddie Redmayne versátil para encarnar los más diferencies  papeles), autor en la ficción del libro de texto sobre criaturas mágicas. El resultado es un film con entidad propia, una película accesible para cualquiera que desconozca las películas de las que procede, pero capaz de saciar las deseos de los incondicionales a la saga de volver a disfrutar del mundo mágico.

David Yates, quien ya dirigió las cuatro últimas películas del mago, se enfrenta ahora a la difícil tarea de traducir en imágenes esa parte del mundo mágico que traspasa las lindes británicas. Yates demuestra tener la capacidad de abrir una ventana a ese espacio vetado para los no magos, una realidad paralela con la que conviven, colmada de detalles que destilan magia y creatividad a raudales (y ternura, algo que agradecer a la presencia de los animales). La convivencia entre ambos mundos se torna fundamental en la cinta, una convivencia basada en el temor, en la represión y en la intolerancia. Compartir habilidades mágicas no es garantía de cordialidad y convivencia y es en esa confrontación de comunidades mágicas (la americana y la británica), donde se reconoce otro de los pilares del film: el diseño de un mundo mágico newyorkino de clubs clandestinos y fordismos como sistema de producción.

Nada tiene de azaroso la elección espacio-temporal de J. K. Rowling para continuar con su exploración del mundo mágico. En un momento de desbarajuste social, económico y político donde parecen haberse esfumado valores como la tolerancia, la ilusión, y la confianza en el otro, Animales fantásticos y dónde encontrarlos se erige como un relato fantástico con la rotundidad necesaria para hacer llegar un mensaje, ese que siempre hay detrás hasta de los cuentos más modestos: no hay mayor oscuridad que la que deviene del miedo a la diferencia, capaz de destruirlo todo incluso a uno mismo.

Lo mejor: la puesta en escena de David Yates, capaz de introducirnos en el universo Potter a partir de la construcción de un relato con entidad propia.

Lo peor: que las expectativas que la preceden, disuasorias o fanáticas, no permitan valorar la película en su justa medida.

Por Cristina Aparicio
@Crisstiapa
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