Asif Kapadia, realizador del exitoso documental Senna (2010), expone un dramático recorrido por la odisea de la artista Amy Winehouse, ganadora de seis premios Grammy. En este gran trabajo de documentación y composición, favorito para la próxima entrega de los Oscar, podremos conocer aspectos de la artista que habían permanecido ocultos hasta hoy, al igual que las interesantísimas imágenes que muestran momentos de la artista londinense y que resultan inéditas para el gran público.
Aunque las continuas noticias ya nos hacían familiares ciertos problemas, miedos y fóbias de Winehouse, el documental, realizado con aparente sensibilidad y cuidado de evitar el amarillismo de otras publicaciones sobre su figura, detalla con inteligencia las circunstancias que hicieron desarrollar aspectos determinantes de la personalidad de la cantante que, en el transcurso de los años, propiciarían sus continuas caídas en el consumo de drogas, alcohol y varios desordenes emocionales.
Sin embargo, lo que nos propone el trabajo de Kapadia no solo es un tránsito por el lado más oscuro de Amy Winehouse; en ningún momento se olvida del talento y de la importancia de una carrera enormemente influyente en el Jazz, el Soul o el R&B contemporáneos. Una autoridad musical extraordinaria admirada por todos que hacía que la joven y aparentemente frágil cantante irradiase una luz especial -el momento de grabación de Body and soul junto a Tonny Bennet es maravilloso- que la llevaría directa al trono real. Este equilibrio entre las dos historias sobre el mismo personaje es el elemento primordial que hace de Amy un documental fiel, respetuoso y nada maniqueo.
Sus argumentos dejan poco respiro al espectador. Esta es otra de las virtudes del documental de Kapadia, que no quiere echar el freno en su narración para conseguir un ritmo tan ágil y efectivo como los sugerentes temas de la artista. Tan pronto asistimos a sus reflexiones a la hora de componer canciones como a una actuación en riguroso directo. Miraremos de cerca al tortuoso y nefasto amor irracional por Blake Fielder-Civil, que acabó arrastrándola al vacío definitivamente, o a sus intenciones de alejarse definitivamente de las drogas. Seremos testigos de la complicada pero leal relación con su padre o a la importancia de la compañía de sus amigas.
Pero si algo consigue Amy es hacer que esta artista no vuelva a desaparecer de nuestras cabezas. La circunstancia de morir joven después de sufrimientos provocados por la bulimia, el abuso de las drogas y el alcohol y, por qué no, de la pésima gestión de la incontrolable fama que nunca fue capaz de asimilar, han convertido a la cantante en un mártir de la música y, por tanto, en otra leyenda dentro de su historia.
Y es que Winehouse bien podría haber merecido una vida mucho mejor, como otras estrellas rutilantes que viven y sobreviven dentro del show business musical con las idas y venidas propias del mundillo, soportando día a día el huracán de fanáticos seguidores y paparazzis sin escrúpulos. Ella no pudo, pero tampoco quiso, nunca lo aceptó. Sólo quería regalarnos, en pequeñas dosis, las notas que salían de su corazón, y esas son las que permanecerán con nosotros para siempre. Back to Black, Rehab o You know I´m good, son el legado de una artista irrepetible que no logró entender todo aquello que le rodeaba y que, definitivamente, acabó por llevársela de nuestro lado.