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Cine norteamericano

Alita: Ángel de combate: Ojos de ciborg

A pesar de encontrarse inmerso en esa especie de locura que parece el universo Avatar, a James Cameron le ha dado tiempo a llevar a la gran pantalla una vieja obsesión: la adaptación del manga GUNNM de Yukito Kishiro. Esta vez, en su faceta de productor, ha dejado la responsabilidad de la dirección al mexicano Robert Rodríguez, que maneja en Alita: Ángel de combate (Alita, Battle Angel, 2019) el mayor presupuesto de su carrera (200 millones de dólares) y el compromiso de no defraudar a los fans del comic original. Todavía reciente el batacazo que supuso Ghost in the Shell (2017) y las dudas que genera la mezcla de acción real y la animación por ordenador (y no olvidemos la presión del presupuesto y el resultado en taquilla), las exigencias son máximas. Tal vez por ello la alargada mano de Cameron se aprecie a lo largo del metraje.

La omnipresencia del productor se aprecia en el acabado estético del film, muy similar al de Avatar (2009). Aquí, el entorno resulta mucho más creíble por los avances del CGI (imágenes generadas por ordenador), porque, como sucede en tipos de producciones similares, el aspecto técnico pasa a ser lo más importante. En esta faceta, la película sale claramente victoriosa. La creación de Iron City es portentosa: tiene referencias de Akira (1988) su Neo Tokio y el ciberpunk, y la madre de todas nuestras visiones del futuro, Blade Runner (1982), todo ello con toques latinos que nos recuerdan a una Ciudad de México superpoblada y desigual. Rodríguez ha conseguido que las escenas de acción sean vertiginosas gracias a unos efectos especiales espectaculares. El avance en estos es superlativo, pues consiguen que los personajes infográficos interactúen con los personajes reales con una veracidad no vista hasta ahora y los polémicos ojos de Alita estén provistos de vida y expresividad.

Sin embargo, como por desgracia sucede en estas producciones, la historia pasa a ser lo de menos, los personajes van desdibujándose paulatinamente y las situaciones acaban resolviéndose como por arte de magia. Lo importante es que la acción avance aunque el precio narrativo a pagar sea enorme.

Con un oscarizado plantel de actores que reúne a Christoph Waltz, Jennifer Connelly, al Antonio de la Torre norteamericano, Mahershala Ali -que da la impresión que está en todas partes- y una sorpresa no acreditada como el villano Vector en papeles puramente alimenticios y sin gran calado actoral. Con esto y con todo, Alita resulta ser un film entretenido y visualmente impactante (proyectada en 3D el resultado es apabullante) que, pensado para una trilogía, deja en manos (y bolsillos) del espectador su continuidad en el panorama cinematográfico.

Lo mejor: Sin duda, el aspecto técnico.

Lo peor: La debilidad del guion.

Por Javier Gadea
@javiergadea74
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