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Cinco motivos para admirar a Xavier Dolan.

Es un veinteañero condecorado ya en Cannes en varias ocasiones. Seguramente es un niño mimado, elitista e impulsivo. Pero un genio. Su narrativa posee ingredientes de Wong Kar wai, de Almodóvar y algo de Gus Van Sant, aunque él tiene sello propio. Su variedad cromática, su estilo abigarrado en ornamentos y en vestuario…

Además, hay que mencionar a sus actrices fetiche, Anne Dorval y Suzanne Clément, otras fichas más del universo del quebequés. Sus pesares y miedos se repiten en sus historias, y su temática constante es descorazonadora: el amor nunca es un camino de rosas, sea cual sea la vertiente de donde proceda.

¿Quieren cinco motivos para admirar a Xavier Dolan? Perfecto, pues ahí tienen sus cinco largometrajes:

YO MATÉ A MI MADRE: Él creó su sello

A la historia se le ha recriminado que posee ciertos errores de novato. Claro que el chaval escribió el guion con dieciséis años, pero con veinte años la presentaba en Cannes. Nacía un genio que mezclaba la estética pop con drama a su gusto. El chiquillo apuntaba maneras.


LOS AMORES IMAGINARIOS: Los caprichos dolorosos

El título ya plasmaba una de las torturas del enfant terrible: todo lo que se sufre por amor (y también por el deseo). Él proclamaba estos sentimientos tan universales como trasfondo y lo enfatizaba en la forma de contarlo. La producción más extravagante del cineasta.

LAURENCE ANYWAYS: Color de todos modos

Dolancreció y sus argumentos tocaban cosas menos banales. Lawrence Anyways hablaba de una circunstancia más enrevesada –la identidad sexual- pero focalizaba el punto de mira en la relación de amor entre la pareja. Los 160 minutos se envolvían en un estilo heterogéneo excesivo, tan metafórico como estridente.

TOM EN LA GRANJA: Xavier en la represión

También sabe tratar otros registros más oscuros y reducir su luz propia (en la estética, no en el talento). De vez en cuando se contiene, aunque resulte doloroso, y más si el entorno es tan restrictivo como este medio rural añejo y árido.

MOMMY: La inocencia de un artista

Tanta rabia y pasión contenida tenía que explotar. Si la vía de escape es del formato 1:1, el agobio, el dolor, la alegría, la emotividad, y todas las demás sensaciones saldrán a borbotones –lo propio en los adolescentes-.

Qué bien elegido está el actor protagonista Antoine-Olivier Pilon: sus rasgos reflejan la inocencia más brutal. El espectador observará el universo Dolan en este brillante relato. Con su quinta obra el joven corona su filmografía. Hablando de la inmadurez, el canadiense se convierte en adulto.

Por María Aller.
@Llesterday_Mary
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