Durante una cena, el productor Alexander Korda pidió a Graham Greene que escribiera un guion para el director Carol Reed. Así nacía una de las grandes obras maestras del cine negro, no solo por un poderoso guion, sino por una gran interpretación de sus protagonistas, un magnífico trabajo fotográfico y una impecable y maravillosa banda sonora.
Korda tenía muy claro el escenario de la narración, la decadente y lóbrega Viena de después de la II Guerra Mundial, un escenario único y lleno de entramados y desconfianza, donde la capacidad de supervivencia y la avaricia llenan las almas de parte de sus ciudadanos, hasta llegar incluso en algunos casos a la pura maldad.
Holly Martins (Joseph Cotten) es un escritor norteamericano, sin mucho éxito, de novelas baratas del Oeste, viaja a la Viena de 1947, dividida por las fuerzas aliadas vencedoras en la guerra, para visitar a su amigo de la infancia, Harry Lime (Orson Welles), quien le ha prometido un trabajo. Pero su llegada coincide con el entierro de su amigo que ha muerto atropellado. Todos los presentes afirman que fue un accidente y que dos hombres fueron los que se llevaron el cuerpo de Harry, pero un testigo insiste en que hubo un tercer hombre, al que nadie ha identificado. Martins dispuesto a saber lo que ha ocurrido, se verá envuelto en una trama de oscuros secretos, asesinatos, traiciones y espionaje.
Este clásico del cine negro nace de una combinación exótica y casi antagónica de sus agentes. Dos productores, el húngaro Alexander Korda (nacionalizado inglés) y el norteamericano David O. Selznick; un director y un escritor ingleses: Carol Reed y Graham Greene; un maestro de la fotografía, Robert Krasker; una estrella de Hollywood, Joseph Cotten; un distinguido actor británico, Trevor Howard; una actriz italiana, Allida Valli y un inmenso actor secundario, que llena el plano con solo aparecer en escena y capaz de encarnar el mal en estado puro, Orson Welles. Sin obviar un escenario único, que nunca más en la historia se volvería a repetir: la ciudad de Viena. Todo esto cubierto por el paraguas de la cítara de Anton Karas. Reed, conoció al griego citarista en un cabaret de Viena y no dudo en hacerle en encargo. Sin lugar a dudas, El Tercer Hombre (The Third Man, 1949) está marcada constantemente por la música, que acompaña a sus personajes desde su comienzo hasta el final. y a través de una sencillez nada convencional.
Para llegar a ser un de las mejores películas del cine británico, El Tercer Hombre tuvo que transitar por intrincados recovecos. Cuando Korda le hizo el encargo a Greene, este el indico que para escribir un guion, tenía primero que escribir una novela:
“Para mí es imposible escribir el guion de una película sin antes escribir un relato. Una película no depende sólo de una trama argumental, sino también de unos personajes, un talante y un clima, que me parecen imposibles de captar por primera vez en el insípido esbozo de un guion convencional”
La novela y la película no son exactamente iguales, es más, hay muchas diferencias que propuso el mismísimo Green: “En realidad la película es mejor que el relato porque en este caso es el relato en su forma más acabada”. Por aquella época Reed y Green ya había trabajado juntos en otra producción (El ídolo caído), aunque no por ello dejaron de tener varias discusiones; la más importante fue sobre el final del film, pero Green no tuvo más remedio que darle la razón a Reed.
“El tercer hombre no fue escrito para ser leído, sino para ser visto… El relato, como muchos asuntos amorosos, comenzó durante una cena y continuó con dolores de cabeza en varios lugares: Viena, Venecia, Ravello, Londres, Santa Mónica… Para mí es imposible escribir un guion cinematográfico sin escribir primero la historia.”
El hecho de que Orson Wells estuviera envuelto en esta producción generó mucha controversia y rumores, como que el propio Wells se encargo de gran parte del rodaje y del guion, pero lo cierto es que la dirección de la película fue de Reed, sin ninguna duda. Lo que sí parece cierto es que la famosa frase de los suizos y el reloj de cuco se debe al propio Wells:
“Recuerda lo que dijo no sé quién: en Italia, en treinta años de dominación de los Borgia, hubo guerras, matanzas, asesinatos… Pero también Miguel Ángel, Leonardo y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? ¡El reloj de cuco!”
Pero conflictos y rumores aparte, lo cierto es que El Tercer Hombre se ha convertido en uno de las clásicos del cine negro de la Europa de finales de los años 40. Una película indispensable para todos los amantes del cine que no dejará indiferente a todos aquellos que la vean por primera vez.