Martes 24 de septiembre
Arrancó la jornada de martes con unos cuantos grados menos en el termómetro. Aquello podría haberse contagiado al nivel de las películas vistas, aunque por suerte y, como casi en cada jornada, se salvaron los muebles a lo largo del día. De esta forma, Sister a primera hora y Pacificado poco después, dieron el pistoletazo de salida a un martes con un poco de todo.
EL cineasta Paxton Winters debuta en el largo con Pacificado, potente ópera prima ambientada en la vuelta a la «normalidad» de una favela tras los Juegos Olímpicos de Río. Violencia, redenciones y complejos lazos familares se mezclan en un relato poderoso que pretende denunciar no solo el estado criminal de las favelas, sino también la farsa orquestada por el gobierno brasileño antes y después del lavado de cara.
Por otro lado, la cinta búlgara Sister, retrata a una joven y su compleja relación con el mundo. Las mentiras son la coraza de Rayna, quien mira directamente a la cámara con la seguridad de quien se cree sus propias mentiras, inventando una historia para sí misma mucho más estimulante que la que lleva a sus espaldas. Destaca el equilibrio que Svetla Tsotsorkova mantiene entre las palabras y el silencio, una perfecta sintonía de las verdades calladas.
Siguiendo con la Sección oficial, pudo verse Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, trabajo del chileno José Luis Torres Leiva muy apoyado en la narrativa sensorial y gestual. De esta forma, Leiva describe el proceso por el que una pareja se verá rota tras el cáncer que una de ellas padece. Buenas interpretaciones de Amparo Noguera y Julieta Figueroa que complementan un conjunto estimulante. Tiene papeletas para la Concha de Oro.
De nuevo, la sección Nuevos directores ofrece dos de los trabajos más interesantes de la jornada. Con su primer largometraje, Las letras de Jordi, Maider Fernández Iriarte ofrece una visión muy personal de las distintas maneras de comunicarse. Jordi, un hombre con parálisis cerebral, emplea un tablero lleno de letras, para formar las palabras que necesita en cada momento. Una serie de encuentros entre Jordi e Iriarte dan como resultado un honesto documental de formas sencillas, envuelto en una poética que se trasluce de la mirada nada condescendiente de su realizadora.
El varapalo del día corrió a cargo de Patrick, film portugués de dudoso objetivo argumental al que, a priori, ayudaba una sinopsis apetecible. La desaparición y retorno del (insulso) joven protagonista, daba la oportunidad de preguntarse dónde había estado y por qué, aunque según pasaban los minutos lo que más quería el respetable era que la película finalizase. Secuencias alargadas gratuitamente y un exasperante -además de vacuo- tono contemplativo acabaron por hundir las esperanzas de un patio de butacas sumergido en el tedio.
Sin embargo, todo volvió a enderezarse con el visionado, en la sección Perlas, de Los miserables (Les misérables), Gran Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes. Y es que, la película de Ladj Ly, que tuvo su corto previo un par de años atrás, desmenuza los bajos fondos de un distrito francés a la vez que pone el acento sobre la diversidad racial que se encuentra en sus calles. Las disputas de poder entre sus gangsters urbanos y la propia policía (en ocasiones peor que los propios delincuentes) dan a luz un guión frenético y contundente que hará las delicias de los amantes del cine social francés más crudo.
Miércoles 26 de septiembre
La sección Horizontes Latinos ha proyectado tres películas muy dispares pero igualadas en la calidad que ofrecen. Agosto, primer largometraje de ficción de Armando Capó, ambientado en la crisis social que atravesaba Cuba durante los años 90. El drama de los balseros es retratado desde el punto de vista de los que se quedaron sumidos en la incertidumbre y el desconsuelo. Una cinta con ecos autobiográficos construida sobre los recuerdos de infancia del realizador.
Otro retrato de la adolescencia es el que propone Lucía Garibaldi en Los tiburones: con una estética ochentera de colores pop y sonido de sintetizadores, Rosina se presenta como una especie de heroína (algo caricaturizada por la puesta en escena) de fuertes convicciones en un relato iniciático, donde el despertar sexual juega un papel fundamental.
La Sección oficial ha tenido su mejor exponente con La hija de un ladrón, de la directora Belén Funes. El film se destapa como otra de las óperas primas destacadas del festival al relatar con honestidad y realismo el día a día de Sara, maravillosamente interpretado por Greta Fernández. Le da la réplica su propio padre, el actor Eduard Fernández, en lo que resulta una relación padre-hija compleja y eminentemente desgraciada. Thalasso y Orange
Por su parte, Michel Houellebecq y Gérard Depardieu divirtieron a unos y durmieron a otros en Thalasso, rocambolesca fábula en la que ambos personajes se interpretan a sí mismos a la vez que divagan sobre el sentido de sus vidas. Nada es destacable en un relato delirante que, sin embargo, tiene momentos de esplendor gracias al carisma de sus dos genuinos protagonistas.
También en la Sección oficial pero fuera de concurso (se trata de la película presentada a tenor del Premio honorífico a Donald Sutherland) pudo verse Una obra maestra (The Burnt Orange Heresy), noir elegante aunque algo flojo cuya aportación al festival es únicamente disfrutar de la experiencia y la clase de un actor como Sutherland. Poco más que añadir de un film que, aunque entretiene, se olvida rápidamente.
Cierra la jornada y la sección por hoy, el cuarto trabajo de Paula Hernández, Los sonámbulos, todo un ejercicio de estilo acerca de las constricciones a las que pueden verse sometidas ciertas personas (mujeres) dentro de una familia. Hernández apuesta por la cercanía para destacar la asfixia de sus personajes principales (una madre y su hija) pero, coherente al fondo del relato, adopta cierta distancia en aquellos momentos más delicados, huyendo de la provocación o el sensacionalismo. Sin duda, una de las películas más sólidas vistas en esta edición por el momento.