Finalmente, ha llegado a nuestras pantallas la sensación de los festivales de género One Cut of the Dead, de Shinichirô Ueda, film al que se puede llegar con cierto reparo al ser considerado por muchos como «otra película de zombies”.
Nos encontramos en el rodaje de una película de dicho subgénero con bajo, bajísimo, presupuesto. Los actores charlan sobre cómo encarar sus personajes cuando se ven sorprendidos por un apocalipsis zombie. La cinta, que puede llevar a confusión, requiere por momentos un esfuerzo del espectador ante ciertos desajustes y sus interpretaciones pueriles. Resulta primordial dejarse llevar por ese plano secuencia de, nada más y nada menos, que 37 minutos; hay carreras, sangre y violencia que tienen mucho más que ver con Mal gusto (Bad Taste, 1987) de Peter Jackson que con la serie The Walking Dead.
Tras esa primera toma, la función se torna en algo completamente diferente donde todo lo anterior tiene lógica y explicación. El film se convierte en una hilarante comedia sobre el oficio cinematográfico más cercana a ¡Qué ruina de función! (Noises Off!, 1992) de Peter Bogdanovich que al cine Trash.
Es este un homenaje al cine artesanal y una absoluta declaración de amor al cine en general. Al esfuerzo de todos esos equipos que, sin apenas medios, se dejan el alma y la piel (literalmente) por llevar a buen puerto proyectos a menudo disparatados. No es ni mucho menos la primera propuesta metacinematográfica, pero sí trabaja un novedoso punto de vista mucho más complejo e inteligente de lo que, a priori, podría suponerse. Como recomendación: llegar a la proyección lo más virgen posible; cuanto menos se sepa de la trama mayor será el disfrute.
