Cuando La importancia de llamarse Ernesto (The Importance of Being Earnest, 1895) vio la luz en 1895, Oscar Wilde, su creador, estaba en la cúspide de su carrera. Quizás esta comedia fue uno de los últimos momentos felices del escritor irlandés. A partir de entonces, vendría la decadencia de sus últimos años hasta acabar arruinado y enfermo en París, argumento del que parte La importancia de llamarse Oscar Wilde (The Happy Prince, 2018)
Si bien es cierto que en la película se cuenta la bajada a los infiernos de Wilde, no es esa su misión, sino más bien la de acercarse a la mente del dramaturgo. Es por eso que recomendamos, antes de ver la película, repasar el gran escándalo de Wilde y su amante, Sir Alfred “Bosie” Douglas, que llevarían al primero a la cárcel y al ostracismo por parte de la sociedad victoriana que le hubo adorado.
En 1895 Wilde sufrió una auténtica caza de brujas, siendo condenado por su homosexualidad en uno de los procesos judiciales más turbios del siglo XIX. Cuando el Marqués de Queensberry descubrió la relación amorosa entre su hijo y Oscar Wilde, comenzó a calumniar públicamente al escritor en los círculos literarios de la época. Wilde quiso elevar el escándalo público a los tribunales, y finalmente el affair acabó con la condena de Wilde a dos años en cárcel de Reading por sodomía e indecencias. Tras la condena y la terrible humillación por parte de la rígida alta sociedad victoriana de “las apariencias”, el escritor no podría recomponerse. Como Dorian Grey o la estatua de su príncipe (in)feliz, Wilde acabaría viéndose consumido por sus traumas.
El propio relato del Príncipe Feliz es el hilo conductor que se utiliza para presentar estos hechos de forma desordenada, alterando recuerdos del escritor con su actual situación de miseria. Es por ello que, como a veces ocurre con las traducciones de los títulos, el título en inglés (The Happy Prince) se acerca mucho más a la esencia de la película que el elegido en castellano (La importancia de llamarse Oscar Wilde).
A la manera de esas relaciones tóxicas que vagan entre el amor y el poder que tan bien refleja La Favorita (The Favourite, 2018), nos encontramos a un Oscar Wilde como príncipe protagonista. Pese a estar sumido en sus horas más bajas, siempre está rodeado de personas que quieren complacerle, a pesar de ser conscientes de que se verán arrastrados por su frívola autodestrucción. Es el caso del brillante elenco de secundarios que forman su corte: sus amigos (Edwin Thomas y Colin Firth), su esposa -una Emily Watson que, por desgracia, sale demasiado poco- o el histriónico Bosie (Colin Morgan).
La película es la joya de Rupert Everett, al que el papel de Wilde le sienta como un guante, equilibrando su particular flema británica-shakesperiana con la ironía conmovedora que caracterizaba a Oscar Wilde. Esto lo consigue en parte incluyendo multitud de frases del escritor dentro de diálogos muy bien estructurados.
No pasa lo mismo con la estructura y la dirección, también de Everett, donde quizás se ha emocionado demasiado intentando reflejar multitud de temáticas. Revolotea entre flashbacks inconexos, llegando a mezclar recuerdos, hechos reales, diferentes idiomas y alucinaciones, lo que puede provocar que el/la espectador/a se sienta en un laberinto de espejos. Lo mismo ocurre con las mil caras de Wilde. Su identificación con el Príncipe feliz, su sentimiento de culpa por el abandono de su familia, su sufrimiento por las continuas vejaciones debido a su homosexualidad, su implicación como arista central en un pretendido triángulo amoroso… no podemos creer en tantos personajes llamados Oscar Wilde. ¿Qué conclusión sacamos en los créditos? ¿Con qué retrato quedarnos?
Obviamente, tantos Wildes solo pueden vislumbrarse de manera superficial en los 121 minutos que dura la película. La importancia de llamarse Oscar Wilde podría funcionar mejor si solo se hubiera focalizado en alguno de los temas enumerados, todos con gran potencial. Sin embargo, también es cierto que cumple con la función de acercarnos más a la figura de uno de los escritores decimonónicos más importantes y, a la vez, engrosa la lista de películas que inciden sobre la importancia de amar libremente.
Lo mejor: La desgarradora escena de humillación de Wilde en el andén por parte de sus compatriotas.
Lo peor: Trata demasiados temas alrededor de la figura del célebre escritor.