Antonio Banderas por Dolor y Gloria
A favor: Sin lugar a dudas, su interpretación en Dolor y Gloria es la mejor de la carrera del actor malagueño; si bien es cierto que conocía sobradamente los matices del personaje, consigue mimetizarse a la perfección y, sobre todo, convence en el plano corto, donde resulta más difícil salir airoso.
En contra: La rivalidad es feroz en esta categoría y Banderas participa en un film extranjero; además, Salvador Mallo es un personaje que no tiene tanto impacto como en nuestro país. A pesar de ello, las nominaciones suponen, en sí mismas, un inesperado y extraordinario premio.
Leonardo Di Caprio Érase una vez en… Hollywood
A favor: Su trayectoria y su solvencia delante de las cámaras otorgan a Di Caprio un halo de misticismo difícil de explicar haciendo prácticamente cualquier papel que se proponga. Asiduo colaborador de Scorsese y Tarantino (ahí es nada) y con una capacidad de llenar la pantalla solo a la altura de su compañero de reparto (Brad Pitt), Di Caprio siempre es favorito, por lo que no sería una sorpresa verlo alzando la estatuilla
En contra: A pesar de sus casi 30 años haciendo buen cine, no parece del gusto de la academia, hasta el punto de que tuvo que “renacer” para conseguir su única estatuilla; esto, unido a la competencia salvaje que supone Phoenix, hace que los pronósticos no sean especialmente favorables. Además, los Globos de Oro tampoco lo recompensaron a pesar de no competir en su categoría con ninguno de sus rivales en los Oscar.
Adam Driver por Historia de un matrimonio
A favor: El mismo año del estreno de la última entrega de la saga Star Wars, su gran villano Kylo Ren nos ofrece un giro inesperado, a la par que acertado, para sumergirse en las profundidades de su capacidad interpretativa mientras nos deja con ganas de ver más de Adam Driver. Su facilidad para llorar en pantalla de pura emoción, y para transmitir sus sentimientos como un libro abierto, da muestras de su talento y augura un futuro prometedor además de alguna posibilidad de lograr el Oscar.
En contra: Historia de un matrimonio es una película minimalista que aborda un tema cotidiano y desnuda a sus personajes hasta lo más profundo de sus sentimientos. Por esta razón, la película en general y las interpretaciones en particular, son tan personales que podrían premiarse mejor en un festival que por parte de los académicos estadounidenses.
Joaquin Phoenix por Joker
A favor: Indiscutible favorito a alzarse con el galardón, todo lo que no termine con su victoria supondrá una sorpresa y hasta una decepción. Todo en Joker es inmenso, partiendo de la actuación de Phoenix, que construye el personaje desde las entrañas y transforma su aspecto físico, sus gestos y su risa de forma que te sumergen en el sufrimiento de un personaje que resulta de una profundidad y complejidad sobrecogedoras. Tanto la película como la actuación de Phoenix han tenido un impacto a la altura del eterno villano y archienemigo de Batman.
En contra: Don Vito Corleone es el único personaje que ha dado dos Oscar a dos actores distintos en sendas películas (Marlon Brando y Robert de Niro). Joker se pondría a la misma altura si Phoenix ganase. Tratándose, además, de un personaje de cómic, da vértigo pensarlo. Por otro lado, la controversia que rodea siempre la vida de Phoenix puede jugar en su contra.
Jonathan Pryce por Los Dos Papas
A favor: Está claro que a Jonathan Pryce el papel de líder espiritual le sienta de maravilla. Transmite una imagen íntima del Papa Francisco que, por lo que sabemos de él, puede encajar perfectamente con su personalidad. Además, consigue, junto a su compañero de reparto Anthony Hopkins, conversaciones creíbles entre dos eruditos de la Fe que tienen en sus manos el futuro de la doctrina más extendida del mundo desde posiciones radicalmente opuestas.
En contra: Aun reconociendo el enorme mérito que supone para un galés de nacimiento aprender italiano, español y unas palabras de latín para su interpretación, el acento porteño resultaba un obstáculo insalvable que obligó a recurrir al doblaje de las escenas que, aunque muy bien ejecutado y reducido al mínimo imprescindible, resulta artificial y le resta probabilidades.
