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Críticas

Mula: En busca del tiempo perdido

Hay una comparación evidente entre los lirios y demás flores a las que Earl Stone (Clint Eastwood) ha dedicado toda su vida y la familia desatendida con la que no ha compartido su tiempo. Así, lo que podría asentar las bases de una delicada y tierna historia sobre el descubrimiento de lo bello (y que tiene su primer apunte nada más comenzar la cinta con un primer plano de las flores en pantalla) termina convirtiéndose en una más que fortuita aceptación de los códigos morales socialmente aceptados que rigen la conducta humana.

Una vez más, Eastwood firma una cinta de redención, de frustración ante el tiempo que se desvanece, de odisea personal en pos de una verdad compartida por la mayoría, complaciente y conservadora, que sitúa como pilar fundamental de la felicidad a la familia. Mula comparte con Gran Torino (2008) esta misma línea temática, pero sin la profundidad y las virtudes que sostenían a aquella: donde allí había expiación, hay ahora displicencia; donde había un discurso firme acerca de las barreras del conservadurismo, hay ahora gags estereotipados que lindan con lo moralmente cuestionable. Si bien es cierto que el Eastwood actor ofrece una interpretación más que admirable, resulta complicado separarla de su labor como realizador y exonerar así ciertas cuestiones: la falta de un estilo propio, la ausencia de planificación visual o incluso una cierta mirada rancia hacia su propio relato (ese ‘ménage à trois’ que tiene más de fantasía extradiegética que de valor narrativo).

Así, todo lo que se construye alrededor de este anciano se queda en un aislado segundo plano sin la capacidad suficiente para ampliar, ahondar o dotar de dimensión a sus conflictos y motivaciones. Las tramas paralelas, concebidas quizá como parodias autoconscientes (una manida pareja de agentes del FBI o el caricaturesco retrato del narcotraficante mexicano), carecen de entidad propia, lo que también acaba por restarle solidez al conjunto. Ni siquiera el uso de la música (despreocupada y alegre como la misma polca que baila los domingos el protagonista) consigue asentar el tono burlón y afable de un relato que tiende a relativizar sus dramas y abusa del diálogo como vehículo para trasmitir emociones.

Mula se presenta como ‘la nueva definitiva retirada’ de Eastwood del mundo de la actuación, un abuso del factor nostalgia para narrar una historia ya contada y que, muy a su pesar, no termina de brillar con la suficiente fuerza como para vislumbrar destellos del estilo personal del cineasta que firmó obras como Gran Torino o, más recientemente, Sully (2016).

Lo mejor: La versión amable y zalamera de Clint Eastwood (actor).

Lo peor: No reconocer la mirada de un cineasta.

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