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Críticas

Entendiendo a Ingmar Bergman: El otro lado del cineasta

¿Cómo se aborda el lado humano de un mito? ¿Cómo hablar en tercera persona cuando el afecto y la admiración están de por medio? Margarethe Von Trotta se lanza a la tarea de esbozar a través de un documental los rasgos íntimos y profesionales de uno de los cineastas más importantes de los últimos tiempos. Esta apuesta más allá de la rigurosidad que exige el género es, sin lugar a dudas, una especie de tributo y agradecimiento al hombre que inspiró la carrera de Von Trotta y, aunque para algunos esta postura además de sesgada puede leerse como una expresión ególatra y narcisista de la directora, lo cierto es que después de los 99 minutos del film queda la sensación de haber presenciado el resultado de un ejercicio honesto, contado en primera persona y que buscar unir las piezas fragmentadas de los recuerdos compartidos de aquellos que conocieron al genial cineasta.

El trabajo final resulta un recorrido por las escenas más icónicas de su filmografía y los temas recurrentes entorno a la debilidad y la condición humana: la religión, la culpa, la duda y la mirada siempre presente de la niñez. Ingmar Bergman es uno de los referentes más potentes y complejos de la escena artística del siglo XX, pues su prolífica obra cinematográfica generó importantes repercusiones en la estética de otras expresiones y en la manera de narrar los conflictos existenciales propios de mitad de siglo. Este documental es, sin duda, una de esas joyas para los amantes de la historia del cine además de una excelente carta de presentación para las nuevas generaciones que empiezan a acercarse a la obra del mítico cineasta.

Aunque la mirada es intimista, no es ingenua. Ese es el gran mérito de Von Trotta, quien, a través de diversos testimonios, logra reconstruir de manera simultánea el perfil del hombre que impulsó su carrera, del genio mundialmente admirado y del padre ausente del que ni siquiera quedan atisbos de nostalgia. Un genio de talla mundial que en la intimidad familiar se desvanecía, y para el que los asuntos cotidianos no representaban ninguna importancia; tal vez por esa inquietud infantil de entender el mundo a través de sus propias formas. Un espíritu creador que nunca se cansó de producir musas e imágenes que se convertirían en parte de su sello particular.

Entendiendo a Ingmar Bergman (Auf der Suche nach Ingmar Bergman, 2018) es un documental bien dirigido, con un equilibrio que se sostiene entre el mundo íntimo y la producción artística del afamado director. No se desborda en elogios -a estas alturas ya no es necesario-, tampoco hurga más allá de lo necesario en las debilidades y quebrantos vitales del realizador sueco. Para eso ya están sus películas. En pocas palabras: es una invitación a recordarlo, conocerlo y volver a vivirlo.

Lo mejor: La selección de las entrevistas, que posee un equilibrio perfecto para esbozar a Bergman en sus diferentes etapas.

Lo peor: Aunque vale la pena, puede resultar un tanto larga.

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