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Críticas

Un mundo normal: Un viaje a medio camino

La magia del arte está en dotar de encanto la aparente normalidad que trasegamos a diario; reivindicar como actos poéticos las decisiones, costumbres  y rutinas cotidianas, a través de la ritualización y miradas que observan desde diferentes tiempos ¿Quiénes somos? ¿En qué nos hemos convertido?

Esta es un poco la pretensión de Un mundo normal (2020) que, aunque logra plantear el tema sobre  la mesa, se queda a medio camino. La película, dirigida por Achero Mañas, cuenta la historia de Ernesto, un director de teatro que tras la muerte de su madre decide robar su cuerpo y emprender un viaje para cumplir su último deseo: lanzarlo al mar. Sin quererlo, en esta travesía lo acompañará su hija, creando el marco perfecto para hablar de temas como la familia, el valor de escoger el camino que consideramos correcto y defender una manera particular entender la vida.

La propuesta tiene matices acertados, momentos que sin duda logran una conexión con el público; sin embargo, da la sensación de que en cada escena hace falta el remate, el cierre perfecto que genera ese chispazo que conecta el cine con la vida. Es como un crescendo en el que cada situación se desarrolla para darle paso a una frase que no llega; una mirada o un chiste que logren cerrar con gracia, pero justo en esos momentos el tiempo se alarga y la escena agoniza.

Por otro lado, los personajes secundarios flotan sin peso alrededor de Ernesto; son como figuras que se necesitan para  rellenar un cuadro y que aparecen con la excusa de acompañar la travesía del héroe. Hubiese sido más interesante explorar el encanto particular de la madre, el mundo de su hermano o la relación con ex esposa. Todo queda un poco en el aire y se sacrifica para contar la historia de un viaje en el que dramaturgicamente sucede muy poco. El espectador puede sentir que divaga sin rumbo fijo.

Finalmente, aunque por momentos el protagonista logra transmitir la decadencia de un personaje en la crisis de la mediana edad, al inicio resulta difícil creer en Alterio como un padre cómplice y venido a menos. En algunas escenas se privilegia la pose del actor, su perfil y buena imagen, sobre la condición y naturalidad del personaje; sin embargo, llegando al final de la cinta, todo vuelve al encajar, y tanto en la historia como en lo que sabemos que hay detrás, todos logran su cometido. Con sus altibajos, la película logra entretener.

Lo mejor: La actuación de Magüi Mira es toda una joya, aunque su participación es corta, es el detonante de una historia que podría ser muy potente.

Lo peor: Los remates que no llegan y hacen languidecer la historia.

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