Alcohol, alcohol en todas partes y asequible a todas horas. Para celebrar, para ahogar penas, para inspirarse o para coger valor. Pero, ¿dónde está la fina línea entre lo socialmente aceptado o un mal consumo que te aparta de la vida normativa? ¿Qué hay de malo en tomarse un vino para relajarse tras un día de trabajo? ¿Eres un bicho raro si rechazas una copa en una reunión con los amigos?
El director Thomas Vinterberg nos plantea la relación de la sociedad (de Dinamarca, en este caso) con el alcohol, el rey de las drogas aceptadas. Para ello, nos propone una trama sorprendente, por lo que es necesario destacar la labor de Tobias Lindholm como guionista: cuatro profesores de instituto se embarcan en un experimento sociológico en el que deberán mantener una tasa de alcohol en el cuerpo, demostrando sus beneficios en todas las facetas de la vida.
Quizás, solo quizás, el experimento sea la excusa para desinhibir sus frustraciones, el miedo a la soledad o un estancamiento en el aburrimiento y la rutina. Y es que Vinterberg juega con comodidad e inteligencia en la ambigüedad, como también se desenvuelve con soltura entre el drama y la comedia durante el film. Sería de ilusos creer que, con este argumento, no presenciáramos alguna que otra bajada a los infiernos de los protagonistas, pero finalmente resuelve con astucia el no decantar del todo la balanza.
Unas interpretaciones verosímiles (nominación a Mejor actor para Mikkelsen en los Bafta 2020 y premio en el Festival de San Sebastián) y una notable ambientación nos ayudan a sumergirnos en este viaje etílico, con sus euforias y sus derrotas. Sí es cierto que con una apuesta tan arriesgada y contando con escenas realmente potentes, el director podría haber ido un poco más allá. En ocasiones se estanca en el melodrama y toma un cariz un tanto conservador. No obstante, Otra Ronda (Druk, 2020) puede presumir de nominaciones a Mejor director y Mejor película internacional en los próximos Premios Oscar o de cuatro Premios del Cine Europeo, entre otros. Así que solo nos queda brindar por el cine, cada cual que decida con qué.

Lo mejor: Las interpretaciones de los protagonistas, destacando a Thomas Bo Larsen y la contención magnética de Madds Mikkelsen, que explota en escasos y potentes momentos.
Lo peor: Lo arriesgado de la apuesta queda difuminado a veces por el melodrama y un cierto conservadurismo.
