Lore Pérez
Recomendación de la Semana: Taxi Driver.
Son una de las parejas director-actor más importantes del cine de todos los tiempos. Y son dos genios, dos maestros que se entienden a la perfección desde hace muuchos años y que volveremos a ver en acción en 2016 con The Irishman. Scorsese y De Niro tienen una larga lista de títulos imprescindibles, y uno de ellos sin duda es Taxi Driver, quizás la película más disruptiva de Scorsese y con la que se introdujo de lleno en la élite Hollywoodiense. Esta semana los cines Renoir de Madrid celebraron un evento especial y emitieron de nuevo la película. En pantalla grande todas las pelis suelen ganar, pero nunca había visto algo parecido. La sordidez, la violencia, la locura y el hastío te sobrecogen en todo momento y dominan la película de tal manera que cuando sales a la calle esperas encontrarte en la noche neoyorquina y no en la madrileña Plaza de España.
Scorsese fue un niño enfermo (asma) que pasó su descubriendo a los clásicos sin imaginar que con los años se convertiría en uno de ellos. Cassavettes se fijó en él cuando era un universitario que sólo había dirigido cortos y le lanzó a su destino. La primera parada, Malas calles, la segunda Alicia ya no vive ahí. Y a partir de aquí el reconocimiento y la admiración del mundo entero.
El año 74 fue un año importante para Scorsese y también para su actor fetiche, De Niro. Éste acababa de protagonizar para Coppola El Padrino II y de llevarse el Oscar como mejor actor de reparto, y Scorsese tenía el bolsillo lleno después de dirigir Alicia ya no vive aquí, con la que llegó hasta Cannes. En el verano del 75 comenzó a fraguarse Taxi Driver. El prolífico guionista Paul Schrader (que acababa de entrar en la industria tras vender a Pollack Yakkuza), vendió el guión a los productores Julia y Michael Phillips. En principio se había pensado en Robert Mulligan para dirigirla y Jeff Bridges para protagonizarla, pero los Phillips decidieron recurrir a Scorsese y darle libertad (cosa que no había ocurrido en su anterior proyecto). Scorsese se hizo con el guión y pensó en Dustin Hoffman para encarnar al taxista, pero Hoffman lo rechazó y acabó ofreciéndoselo al ya oscarizado De Niro que obtuvo así uno de los papeles de su vida.
Pero eso ya lo sabéis. Igual que sabéis que ese taxista estaba totalmente loco de remate, no era capaz de dormir, vivía obsesionado con “limpiar” la ciudad, creía que tenía un cáncer de estómago, y para su segunda cita con una pedazo de rubia sólo se le ocurrió llevarla a una sala de cine X. Todo esto y mucho más ya lo sabéis porque habéis visto la película quizás tantas veces como la que escribe o muchas más. Así que sólo puedo hacer dos cosas: aplaudiros por vuestro excelente gusto, y daros cinco razones para que queráis volver a verla.
1. CINCO DÍAS QUE HICIERON HISTORIA.
Paul Schrader es uno de los grandes guionistas del último tercio del siglo XX. Como ocurre con todos los genios, demuestran su maestría ya desde los inicios, y esto mismo le ocurrió a Schrader. Se le metió en la cabeza la idea, parece ser que inspirado en cierta historia personal, y en sólo cinco días escribió el guión. Él mismo cuenta que en la mesa en la que escribía reposaba una pistola “para no perder en ningún momento la concentración”. Cinco días sin parar que han dado lugar a una de las más grandes y retorcidas pelis del siglo XX, casi nada. Lo único que lamenta Schrader es que el famoso “you talkin to me” no es de su cosecha, sino como todos sabemos, una improvisación de De Niro, que además es la octava frase más famosa de la historia del cine según una votación popular realizada hace años en EE.UU.
2. AGRADECIMIENTO PÓSTUMO.
Scorsese no entiende el cine sin la música, como todos los grandes. Y ésta tiene que ayudar a contar la historia. En este caso el ruido de la película, la banda sonora por decirlo de alguna manera, es la turbación en la que vive Travis, es ese mundo de alucinaciones, locura y ensoñaciones. Y ¿quién mejor que el veterano Bernard Herrmann, grande entre los grandes, para poner música a este infierno? Es pensar en Herrmann y se me viene a la mente Psicosis, Vértigo, Ciudadano Kane, Hitchcock, Welles y resulta que también Scorsese. Y en algunos momentos de la película somos totalmente conscientes de que la música es Herrmann 100%, pero esa melodía de jazz que recorre la peli de principio a fin no nos recuerda a él. Y es que Scorsese no sólo le sacó de su retiro, sino que le pidió que le hiciese jazz, algo totalmente nuevo para el maestro. Pero como siempre, se lució. Lástima que falleciese el mismo día en el que finalizaron el rodaje. En los créditos de la peli podemos ver el agradecimiento del equipo al genio Herrmann.
3.SUERTE DE AMIGOS.
Para la película Scorsese contó con De Niro, al que ya conocía por haber trabajado con él en Malas Calles y con su gran amigo Harvey Keitel, que además es el prota de esa misma peli. Aquí necesitaba a alguien como De Niro, que además acababa de recibir un Oscar y demostró con creces las ganas que tenía del papel, trabajando un mes como taxista, practicando el acento del Medio Oeste y estudiando la enfermedad mental que padecía su personaje. De Niro no sólo es un tipo talentoso y carismático, sino que además es un trabajador nato. Pero Scorsese quería a Keitel en su película y aunque el personaje del proxeneta “Sport” era para un afroamericano, Scorsese lo cambió y se lo dio a su amigo. Así mataba dos pájaros de un tiro, ya que no querían seguir estigmatizando la imagen de los afroamericanos en el cine. Sport no es un personaje menor (tampoco es el doble de Bunbury), sino que es uno de los detonantes de la escena sublime de la película, la matanza final.
4. UN VIAJE A NINGUNA PARTE.
Taxi Driver no es una película fácil, no es drama al uso, no narra la historia de un personaje que de repente se lía a tiros con todo lo que se encuentra por delante. Taxi Driver es la historia de una persona enferma, es una muestra de cómo la sociedad puede hacernos enfermar, tanto mental como físicamente, y es la historia del viaje a ninguna parte, porque Travis no sabe a dónde va, ni si quiera sabe al final de la peli si ha llegado. Taxi Driver es lo más parecido a adentrarnos en la mente de un enfermo que podamos haber visto en el cine. Y precisamente por lograr algo así, por sobrecogernos y mostrarnos una realidad que por desgracia existe, se merece estar entre las mejores cintas de la historia. Es muy difícil sacar a alguien de su cómoda butaca e introducirlo de lleno en la toxicidad de una Nueva York mugrienta, depresiva, desolada, hiperactiva donde la gente no vive, simplemente existe. Acaba la peli y aún cuesta respirar.
5. GENIO TRABAJANDO.
Sí, el guión es fantástico, los actores de lujo, la banda sonora espectacular y la fotografía otra genialidad, pero no nos podemos olvidar del joven Martin, que además de dirigir, hace dos pequeños cameos en la peli. Pero lo suyo es mandar tras las cámaras, es narrar sin palabras, y eso lo hace como tan solo pueden hacerlo unos pocos. La película va avanzando siguiendo esa ruta hacia ninguna parte y acercándose cada vez más a la tragedia. Hasta que llega en una de las escenas más violentas de su cine. El encuadre es perfecto, el ritmo armonioso. Desde el momento en el que Travis le pregunta a Sport si va armado hasta la imagen en la que De Niro simula dispararse en la sien, sólo pasan seis minutos y en esos seis minutos vemos al maestro acelerar y ralentizar el tiempo a su antojo, intercalando planos, concentrando en un estrecho pasillo y una pequeña habitación la locura, la muerte, la tragedia, e intentando ordenar lo que ha ocurrido en esos seis minutos, la cámara va recorriendo el pasillo, las escaleras… hasta que al final contemplamos toda la habitación en un soberbio contrapicado teñido de rojo, en el que vemos a Travis descansar entre cadáveres totalmente cubierto de sangre.
El cine actual es lo que es gracias a los grandes clásicos, y con esta peli Scorsese se convirtió en uno de ellos.
Por Lore Pérez.
@Peneaa