Son 85 ediciones ya y han dado para mucho. Aquí sólo aparecen algunos de los momentos más inolvidables de las ceremonias, las celebraciones más efusivas, las grandísimas ovaciones, los momentos que forman parte ya de la historia del cine.
Especialmente impactante el discurso de Christopher Reeve en 1995, ya en su silla de ruedas, pidiendo que se hicieran más películas sociales, los saltos de Roberto Benigni al recibir su Oscar por «La vida es bella«…
… o los problemas de respiración de Anna Paquin cuando siendo una pequeña recogió el Oscar por «El Piano«.
Y es que el cine nos deja siempre momentazos espectaculares, tanto dentro como fuera de la gran pantalla. Genial y una de las más emotivas, fue la espectacular ovación que recibió Charles Chaplin en 1971 al recoger su Oscar honorífico. Ya tenía unos añitos y aparecía tímido y agradecido a recoger la estatuilla. Al final, de los nervios, hasta su famoso bombín se le resistía.
Y es que hasta a los más grandes les pueden temblar las piernas ante estos homenajes. Lo explicaba la grandísima Deborah Kerr cuando recogió su Oscar honorífico (seis veces nominada) de manos de Glenn Close,»Nunca he estado tan asustada en mi vida«, decía al salir a escena.
Otra de las frases que seguro han pasado a la historia la pronunció Fernando Trueba cuando recogió su Oscar a la mejor película de habla no inglesa por Belle Epoque en 1993. «Me gustaría dar las gracias a Dios, pero sólo creo en Billy Wilder. Gracias Mr. Wilder«. Y al día siguiente Dios, que por cierto ya tenía unos cuantos Oscar, le llamó.
Otro grande que sorprendió y emocionó a todo el público fue Stanley Donen. El maestro del musical recogió el Oscar a toda su carrera de la mano de Scorsese en 1997 y además de dar las gracias brindó a todos los asistentes…»Heaven, I’m in heaven….» y se marcó unos pasitos al más puro estilo Fred Astaire y Ginger Rogers. Que se note quién está ahí arriba recogiendo la estatuilla.
Otra ovación increíble la recibió Groucho Marx de la mano ni más ni menos que de otro actorazo inolvidable, Jack Lemmon, que además se curró la presentación ¡Ojito!
El que no recibió tantos aplausos fue Elia Kazan. El conocidísimo y genial director recibió también el Oscar a toda su carrera en 1998. Merecido no, merecidísimo. Pero la figura de Elia Kazan siempre ha estado rodeada por la polémica. El director fue uno de los que pasó información al gobierno estadounidense en la conocida como Caza de brujas de los años 40 y 50 delatando a amigos y compañeros. Lo presentaron Robert De Niro y Martin Scorsese. Muchos se levantaron a ovacionarle, otros como Ed Harris o Nick Nolte, que ya lo habían avisado ni si quiera aplaudieron al director de «Esplandor en la hierba«, «La ley del silencio«, «Al este del Edén» o «Un tranvía llamado deseo«, entre otras obras maestras.
Otro excelente director sufrió hasta que por fin la Academia se rindió a sus pies. Y no lo hizo con su mejor película ni por aproximación, pero algo es algo. En 2006 Martin Scorsese recibía el Oscar por «Infiltrados» y lo hacía de la mano de Spielberg, Coppola y Lucas, sus tres amigos. Scorsese había estado nominado otras seis veces y ganar le sorprendió. ¿Habéis comprobado bien lo que pone el sobre? Memorable momento, estos tres pedazo de directores presentando el premio.
Y Spielberg también tuvo lo suyo cuando recibió el Oscar, al fin, por «La lista de Schindler«. Eastwood fue el encargado de leer el nombre del director que con su estatuilla quiso recordar a los seis millones de judíos exterminados en los campos de concentración. Ovación infinita.
En 1997 fue el turno de dos desconocidos que tampoco se esperaban recibir el Oscar: Ben Affleck y Matt Damon por el guió de «El indomable Will Hunting«. Empezaron tranquilos pero se fueron viniendo arriba y al final daban las gracias a gritos!
Y es que hay que gritar y dar las gracias a todo el mundo. Como Julia Roberts cuando recogió el Oscar por «Erin Brockovich» en 2000. Aquel año la academia premiaba con una televisión a los discursos cortos. «Me da igual yo ya tengo tele, pienso estar aquí un rato por si no vuelvo». Exultante estaba la actriz, aunque no tan emocionada como Halle Berry o Penélope Cruz en su mitiquísimo «¡Peeeeedro!«.
Y para terminar, otro momento de estos que sólo pueden ocurrir en la meca del cine. En 1972 Marlon Brando se llevó el Oscar por «El Padrino«, pero decidió rechazarlo, ni si quiera acudió a la gala. En su lugar mandó a una joven activista india que leyó un discurso contra la pobre representación y la imagen del pueblo indio americano en el cine. El discurso despertó aplausos y algún que otro silbido. El Oscar se lo quedaron los sorprendidos presentadores que no daban crédito.
Por Lore Pérez