1917, de Thomas Newman
A favor: El veterano compositor de Los Ángeles ya sabe lo que es estar a las puertas de un Oscar, sin embargo, la Academia no ha encontrado el momento de premiar ninguno de sus trabajos. Esta (dura) realidad, la calidad del trabajo de Newman -indiscutible-, y el favoritismo de 1917, sitúan al músico en un buen lugar de cara al triunfo final.
En contra: Esta no es la mejor composición de Thomas Newman. No nos engañemos: American Beauty, Revolutionary Road, Buscando a Nemo, Cadena perpetua o Camino a la perdición eran ligeramente superiores y, aun así, no ha habido Oscar ¿Por qué lo habría esta vez?
Joker, de Hildur Guðnadóttir
A favor: Guðnadóttir ha llegado para quedarse. La alumna aventajada del desaparecido Jóhann Jóhannsson (La llegada, La teoría del todo) se ha marcado un 2019 de órdago: primero, la espeluznante partitura de Chernobyl, después Joker, un trabajo maduro y solemne, casi perfecto. Es, para el que esto escribe, la favorita.
En contra: Aunque parezca aberrante decirlo así, Hildur Guðnadóttir es una mujer en un gremio históricamente machista que, a día de hoy, continúa bloqueando grandes trabajos realizados por mujeres. Eso, y una sorpresa inesperada, podrían arrebatarle el ansiado Oscar a la islandesa.
Star Wars: El ascenso de Skywalker, de John Williams
A favor: Es John Williams. JOHN. WILLIAMS. El compositor más laureado de la historia del cine. 52 nominaciones al Oscar y cinco estatuillas en las vitrinas de su casa de Los Ángeles. Punto. Si gana, nadie protestará, solo se oirá una -otra- rotunda ovación.
En contra: Esta nominación es, sin duda, un ejercicio de paternalismo por parte de la Academia. Williams reformula, reutiliza y recicla sonidos pasados que, por fabulosos e icónicos que sean, ya no suenan a novedad. Su trabajo no es ni mucho menos malo, pero al maestro le faltan argumentos para apoyar musicalmente las nuevas y tediosas entregas de Star Wars. Es, posiblemente, el peor situado de cara a ganar el Oscar.
Historia de un matrimonio, de Randy Newman
A favor: El trabajo del siempre eficiente Randy Newman es sencillo y melancólico; suena a clásico. Nunca ha estado en el candelero pues su música es, podríamos decirlo así, de perfil bajo. Pero nunca, nunca falla. Si la Academia quisiera premiar la «relación calidad-precio», le daría un Oscar a Newman… A Randy.
En contra: Precisamente esa ligereza musical podría apartar a Newman del esprint final. La partitura de Historia de un matrimonio es fantástica pero no tiene esos retazos de grandilocuencia que tanto gustan en el panorama hollywoodiense. El californiano lo tiene muy, muy complicado.
Mujercitas, de Alexandre Desplat
A favor: Si alguien ha sabido conjugar la música con sello autoral -es decir, identidad propia- con el clasicismo del cine de épocas pasadas, ese es Alexandre Desplat. El francés es versátil y desde hace un tiempo asiduo a la gala del cine estadounidense; van 11 nominaciones y dos Oscar (El Gran Hotel Budapest y La forma del agua). Mujercitas no es para menos, pues resulta otro ejercicio de elegancia y sabiduría orquestal a la altura de uno de los mejores compositores de música para el cine de la actualidad.
En contra: Hildur Guðnadóttir y Thomas Newman, que están por delante. También su Oscar relativamente reciente (2017), además de cierta sensación de que Mujercitas se parece a otros trabajos anteriores del francés -por muy buena partitura que sea, que lo es-.