En los últimos 90 años la humanidad ha sufrido la guerra más devastadora que vieron los tiempos, el desarrollo a la velocidad del rayo de la tecnología, la independencia de los pueblos colonizados, la liberación de la mujer, el fascismo, el nazismo, el comunismo, el capitalismo y hasta la social democracia. La música ha pasado de ser un elemento festivo, a ser un producto de consumo de masas, que ha transitado desde el blues hasta el pop, pasando por el rock y sus interminables derivaciones. En fin, que el mundo que existía en 1930, en plena crisis por el crack del 29, dista mucho de parecerse al que ha vivido en su intensa existencia el maestro, el único, inigualable, leyenda, y cualquier apelativo superlativo que se le quiera añadir al titán nacido como Clinton Eastwood, Jr., y que ha pasado a la historia simplemente como Clint Eastwood.
Un todoterreno del cine, un icono vivo del Séptimo Arte, capaz de actuar, dirigir e incluso componer la música de muchas de sus películas. Si nos centramos en su faceta actoral, tan solo Harrison Ford puede discutirle la composición de personajes más legendarios. Eastwood ha sido el Hombre Sin Nombre de la trilogía del Oeste de Leone, el Jonathan Hemlock de Trevanian, el retirado (o no) asesino William Munny y, sobre todos, el rudo e implacable Harry Callahan, y su álter ego en la vejez, Walter Kowalski. Un actor que conoce sus limitaciones, pero que explota sus virtudes hasta el punto de ser una de las siluetas más reconocibles de la gran pantalla.

Y es que Eastwood no lo tuvo fácil. En los 60, después de foguearse en Rawhide (1959-1965), una de las series de referencia de la televisión estadounidense, y sin apenas relevancia en el cine más allá de un par de diálogos en películas para mayor gloria de la mula Francis y la serie B, decidió aceptar las ofertas que le llegaban desde Europa. Rodó en 3 años 3 westerns junto a Sergio Leone, que pasaron a ser clásicos del cine. Los paralelismos entre este rumbo del destino y el personaje creado por Leonardo DiCaprio en la última de Tarantino, Érase una vez en Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood, 2019), son innegables. Ya de regreso en la Meca del cine, y con un ganado prestigio de tipo duro, enlazó éxito tras éxito gracias al apoyo de un público volcado, y de una crítica que le dio la espalda en su arranque, pero que tuvo que rendirse a la evidencia de estar ante todo un fenómeno.
Sería absurdo enumerar todos sus éxitos, tan solo destacar su fructífera colaboración junto a Don Siegel, indispensable en su forma de ver el cine, y con quien rodó su personaje más icónico, Harry el Sucio, y le influyó definitivamente para rodar sus propias películas.
Porque si algo ha instalado a Eastwood definitivamente entre los más grandes, ese ha sido su sorprendente saltó a la dirección. Comenzó tomando las riendas de Escalofrío en la noche (Play Misty for Me, 1971). La Universal le permitió ponerse tras la cámara con solo una condición: cobrar solo por su labor como actor. El gran Clint no defraudó, y desde este primer éxito cada vez se inmiscuyó más en sus propios proyectos, dirigiendo (y manejando su propia productora, Malpaso) casi 40 películas desde entonces, apoyándose siempre en su máxima «no voy a dejar que ocho millones de consumidores de palomitas me digan lo que tengo que hacer”. Entre sus trabajos se cuentan auténticas obras maestras como Bird (1988), Sin perdón (Unforgiven, 1992), Un mundo perfecto (A Perfect World, 1993), Mystic River (2003), Million Dollar baby (2004) o Cartas desde Iwo Jima (Letters from Iwo Jima, 2006), lo que le lleva directamente al Olimpo de los creadores más grandes de la producción norteamericana.

Un artista total, que también se encarga de componer la maravillosa música que suele acompañar a sus filmes, y que a pesar de tener una vida privada de lo más tumultuosa, apenas ha generado polémicas en un entorno en el que cualquier desliz sirve de picota para destrozar a sus protagonistas. Eastwood tiene, por ahora, 8 hijos, alumbrados con 6 mujeres diferentes, y un curriculum amatorio que se extiende por muchas de las mayores personalidades del cine. La historia de su vida sentimental da para una serie (larga) en cualquier plataforma de televisión a la carta.
Este es un brevísimo resumen de lo más luminoso de la vida de uno de los personajes más exitosos que ha creado Hollywood. Cada una de sus etapas en estos 90 años cuenta con altas dosis legendarias, que oscilan entre el mito y la realidad pero, ¿acaso no le pasa eso a todos los dioses?
