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Bandas Sonoras

2021: 15 Bandas Sonoras (y un bonus track)

The French Dispatch, de Alexandre Desplat

Desplat le tiene cogida la medida al cine de Wes Anderson, con el que conecta profunda y eficazmente. La historia de «amor» del músico francés con el director estadounidense se sigue completando con esta nueva colaboración, otra lección musical que logra mantener unidas la atención del espectador y las historias que plantea Anderson. Ritmos de ligero carácter marcial -más cerca de la disciplina boy scouts que la del ejército- se complementan con otros de aires nostálgicos, intercambiando notas e instrumentos de diversa índole. En definitiva, una inteligentísima y pegadiza obra -otra más- del compositor parisino.

El buen patrón, de Zeltia Montes

La artista madrileña da otro paso de gigante en su carrera con este trabajo refinado y a la vez mordaz para la última película de Fernando León de Aranoa. Inspirada por John Williams o su admirado Ennio Morricone y apoyada en instrumentos de cuerda, viento y en menor medida percusión, Montes compone una partitura que se convierte, desde el primer minuto del film, en un elemento tan protagonista como los personajes de esta ácida crónica, a los que llevan de un lado a otro las notas de la perspicaz partitura. Al final, lo que parece una banda sonora destinada a unir unas secuencias con otras, resulta ser un epicentro narrativo que permanece en la cabeza tiempo después de ver la película.

Succession (T3), de Nicholas Britell

Britell, uno de los grandes talentos de la composición cinematográfica actual, dio la campanada con su trabajo para Succession (2018), la premiada serie de HBO entre cuyas fortalezas estaban las más que lúcidas ideas del músico neoyorquino. Con la misión de igualar lo hecho anteriormente, encaró la tercera y esperada temporada de la serie, donde el resultado no es que haya sido de nuevo excepcional, sino que ha superado las expectativas. Britell, que entiende la gravedad del relato, compone haciendo convivir sonidos de carácter clásico (con coros y gran orquesta) con otros menos barrocos, pero siempre trascendentes y algo irónicos. Su sofisticada aunque no necesariamente recargada música parece sonreír de soslayo para que el espectador no olvide el patetismo de los personajes a los que acompaña.

Eternals, de Ramin Djawadi

A pesar del batacazo de la esperada nueva película de superhéroes de Marvel (que además dirigía la oscarizada Chloé Zhao), si algo se puede rescatar de este fiasco es la banda sonora del esforzado Djawadi, un compositor al que Juego de tronos (Game of Thrones, 2011) sirvió de trampolín y que se agarra, una y otra vez, al vagón de cola del tren del éxito. El músico alemán trata de darle brío a la película con una partitura enérgica que procura alejarse de las fanfarrias clásicas del género, usualmente enfocadas a ser más ruidosas que efectivas, utilizando mucha percusión junto a algunos instrumentos menos trillados (hasta un órgano). Parece que ha sabido controlar con buen gusto la inevitable influencia del omnipresente Hans Zimmer, cuya sombra en este tipo de trabajos es muy alargada.

La hija, de Vetusta Morla

Al grupo indie madrileño no le queda grande el experimento cinematográfico y se marca un ejercicio de estilo gracias a esta banda sonora de sonidos suaves y atmosféricos. Cercanos a las melodías de una caja de música por la que ha pasado imparable el tiempo, los temas del álbum de Vetusta Morla se tuercen y deforman a la vez que se enrarece el relato del film, al que el trabajo de la banda le va como anillo al dedo. La Academia española no la ha tenido en cuenta en las nominaciones, pero la decisión es tan discutible como auténtica la originalidad de esta oscura y magnética propuesta.

Annette, de Sparks

Es difícil resistirse a los sonidos de una de las grandes apuestas musicales del año, una colección de temazos muy alejados de las composiciones del musical hollywoodiense (que también nos gusta, ojo) que pone de manifiesto la grandeza de un grupo como Sparks, la sofisticada banda de rock neoyorquina que lleva en volandas el atípico musical dirigido por Leos Carax. Indispensable y trascendente, la banda sonora de Annette es toda una experiencia sensorial, un álbum que traspasa la piel y que cala profundamente. Es, utilizando una hipérbole consciente, la ópera rock del siglo XXI.

Dune, de Hans Zimmer

Es inevitable, Zimmer se ha ganado -otra vez- su puesto en este repaso musical y cinematográfico al 2021. Y es que, si el alemán se pone serio, se pone serio. Vale, está en todas partes, pluriempleado y con la mitad de sus torturados alumnos trabajando en Hollywood, pero es que este señor es muy bueno y así lo demuestra en Dune, su enésima y monumental banda sonora. Cuatro, amigos y amigas, nada más y nada menos que cuatro álbumes diferentes se han editado del ingente trabajo de Zimmer para la película de Villeneuve, así que tomad nota: Dune (OST), The Art and Soul of Dune, The Dune Sketchbook y Eclipse (el tema compuesto para el tráiler). Hay sonidos y temas para elegir, el entusiasmo y la emoción llegan solos.

El poder del perro, de Jonny Greenwood

Hemos esperado casi cuatro años para que el talentazo de Greenwood nos vuelva a conquistar. Tras el doblete de 2017 con En realidad, nunca estuviste aquí (You Were Never Really Here, 2017) y la magnífica obra compuesta para El hilo invisible (Phantom Thread, 2017), el músico vuelve al panorama con otra dupla sensacional. Uno de los nuevos hitos es El poder del perro (The Power of the Dog, 2021), trabajo cercano a los tracks que ya escuchásemos en Pozos de ambición (There Will Be Blood, 2007), que agranda el universo creado por el músico para el western moderno. Greenwood fabrica sonidos y vigorosas cadencias que se repiten a través de instrumentos de cuerda (violines y chellos) y viento (trombones y trompetas), combinándose con largos acordes de tonos enigmáticos y crepusculares que empoderan la ya de por sí sólida película de Jane Campion.

Secretos de un matrimonio, de Evgueni y Sacha Galperine

Desde Rusia con amor… Y es que la fabulosa partitura de la serie de HBO Max es responsabilidad de los hermanos Evgueni y Sacha Galperine, que dan a luz una elegantísima composición en la línea del Daniel Hart de A Ghost Story (2017) o La luz de mi vida (Light of My Life, 2019). Economía instrumental y respeto al tono minimalista de la historia (incluso al de la puesta en escena) son los pilares de una banda sonora delicada y sutil, necesitada de un esfuerzo de atención para ser apreciada como lo que es, la mecedora sobre la que se asientan los devenires de un matrimonio en fase de lenta y dolorosa desintegración.

Pequeños detalles, de Thomas Newman

En Pequeños detalles (The Little Things, 2021) hay un elemento que lucha por salir de la rutina y la vulgaridad de un guion y unas interpretaciones (culpa de la escritura de personajes) más bien ramplonas. Se trata del trabajo de Thomas Newman, que decide volver a hacer lo que mejor sabe: destacar. Newman apela a su composición para Revolutionary Road (2008) y da a luz una banda sonora extensa y plagada de melodías oscuras y taciturnas que recuerdan aquella triste historia. Solo da un respiro de vez en cuando a través de temas como este baladamentiano Gentlemen’s Club, una pista marginal entre tanto pesimismo de calidad. El estadounidense se luce muy por encima de la película, olvidable relato que, sin embargo, podrá presumir siempre de elección musical.

Última noche en el Soho, de varios artistas

Gozada para los sentidos es la compilación que el gran Edgar Wright se marca en su nuevo film. Última noche en el Soho (Last Night in Soho, 2021) tiene una colección de temas que traen automáticamente a la cabeza el buen gusto de otros cineastas como Tarantino o Scorsese, siempre duchos en el arte de musicalizar sus películas con diversidad. Wright se pone el disfraz de maestro -va camino de serlo de verdad- y nos regala una tracklist seductora y muy variada, con canciones como A World Without Love de Peter And Gordon, Beat Girl de John Barry, o este Land of 1000 Dances de The Walker Brothers. Tampoco es desdeñable el trabajo de Steven Price (Oscar por Gravity) para el apartado instrumental, quien parece hacer referencia a la música de las películas de James Bond.

Mayday, de Colin Stetson

En parte responsable de la espeluznante atmósfera de Hereditary (2017), el artista canadiense prosigue su andadura cinematográfica con perfil bajo, aunque con la seguridad del músico que tiene definida su personalidad y es fiel a un estilo que ha esculpido su identidad. En Mayday (2021), la irregular película de Karen Cinorre, Stetson acompaña el tono onírico del argumento con un trabajo de melodías espaciales y sonidos etéreos que invitan a pensar en lo abstracto. Posiblemente influenciado por gente como Brian Eno o Jóhann Jóhannsson, Stetson se recrea en su dominio del multifonismo, el uso de voces humanas u otras técnicas de carácter experimental para contribuir al realismo mágico al que parece pertenecer el film.

Spencer, de Jonny Greenwood

Nueva presencia del estadounidense en este repaso, obligada por su inmensa y compleja composición para Spencer (2021), un trabajo excepcional donde la música de cámara y el dark jazz se dan la mano, literalmente. Greenwood mezcla en varios temas ambos géneros musicales, resultando una aleación tan extraña como deslumbrante. La partitura, que puede parecer demasiado presente a lo largo de la película de Pablo Larraín, tiene un peso fuera de lo común, como pretendiendo convertirse en la representación continua del estado de ánimo del personaje principal, Diana de Gales. La sorprendente conclusión musical no deja duda de que Jonny Greenwood es uno de los grandes de la composición para el cine en la actualidad.

Small Axe, de varios artistas

Inmensa, como la antología de Steve McQueen sobre el racismo en Reino Unido, es la banda sonora, una colección imponente de canciones que merece la pena escuchar una y otra vez. En ella conviven sonidos tan sugerentes como los de este Silly Games, canción de raíces claramente jamaicanas que hacía del reggae la base de una música que transformaría la cultura nocturna de la juventud británica (aunque muchos renegasen de ello). Por otro lado, artistas como la compositora Mica Levi (Jackie, Under the Skin), también tienen su lugar en este recopilatorio que pone música a la represión y la injusticia vivida por la población negra en el país inglés durante mucho tiempo y que McQueen retrata como lo que es, un magnífico director.

Mare of Easttown, de Lele Marchitelli

La serie de HBO Max protagonizada por Kate Winslet, tiene una de sus fortalezas en la música de Lele Marchitelli, compositor italiano al que ya conocían bien en HBO (The Young Pope, The New Pope). Buen soundtrack, con mucho piano y algunos temas tan sugerentes como Erin and DJ, Gun and Badge o el enérgico Chasing Our Demonds, que son parte de una larga y equilibrada composición. Marchitelli entiende el carácter dramático de la serie, pero también sabe reflejar los respiros argumentales que el guion pretende dar al espectador, quitándole hierro a muchos de los turbios asuntos que se generan con temas menos pesimistas. Habrá que seguirle la pista al italiano.

BONUS TRACK

West Side Story, de Leonard Bernstein (arreglos de David Newman)

Resulta imposible resistirse a la que es una de las mejores bandas sonoras de todos los tiempos. West Side Story ha vuelto a los cines de todo el mundo de la mano de Steven Spielberg y, con esta nueva adaptación, también una partitura cuyos sutiles arreglos han corrido a cargo de David Newman (hermano mayor de Thomas) en la que es la primera colaboración del músico con el todopoderoso director. Si podía «modernizarse» con todo el respeto posible un trabajo como el de Leonard Bernstein en la película de 1961, tenía que ser así.

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