Llegamos a la mitad del festival y continuamos con el emocionante desfile de películas, secciones y artistas que llegan a San Sebastián para presentar sus trabajos. Hemos podido disfrutar de las palabras del equipo de Que Dios nos perdone, el film que ha calado más profundo entre la prensa acreditada en el festival. Sorogoyen y sobre todo Antonio de la Torre con su sentido del humor, han animado con su análisis del film una comparecencia breve pero intensa. También hemos podido ver a algunos de los realizadores responsables de varios de los trabajos que se proyectan en la sección The Act of Killing, la retrospectiva sobre cine y violencia global que, además, rescata la que fuera Concha de Oro en 2004, Las tortugas también vuelan (Turtles Can Fly). Bahman Ghobadi, promotor del cine kurdo iraní, propone una reflexión acerca del aislamiento mediático dentro de una zona de conflicto y las terribles consecuencias que los niños sufren a causa de las guerras o el intervencionismo. Ghobadi es uno de los grandes directores del cine iraní comprometido (y de denuncia) que ha tenido que vérselas con la censura de su país.
En cuanto a la sección oficial, hemos visto dos nuevas películas: Playground y Colossal. Curiosamente, en ambos casos se trata de dos trabajos controvertidos, aunque muy diferentes entre sí. Playground, la primera película dirigida por el polaco Bartosz M. Kowalski, nos sobrecoge por su planteamiento narrativo y su intrahistoria, aquella en la que advierte implacablemente de los peligros de las nuevas tecnologías y lo que es peor, la banalización del mal, personificada aquí en la figura de dos chicos que canalizan descontroladamente el descontento y el aburrimiento del entorno en el que viven.
Por su parte, Nacho Vigalondo ha presentado Colossal. Protagonizada por Anne Hathaway y Jason Sudeikis, el film del español descoloca con una atrevida propuesta difícil de catalogar. El fantástico y la ciencia ficción, también un relativo drama humano, hacen presencia en esta historia ligeramente surrealista que, en ocasiones, parece no tomarse muy en serio a sí misma. La película podría parecer una genialidad, pero la realidad es que Vigalondo firma un guión repleto de lagunas e irritantes licencias que, en ciertos momentos, bien podría parecer un disparate.
También esta cuarta jornada hemos tenido la posibilidad de disfrutar de uno de los films que más entusiasmo está generado en la sección Nuevos directores, María (y los demás). Nely Reguera acierta al construir este retrato de mujer en la treintena con naturalidad, sencillez y sentido del humor, que le permite distanciar comparaciones de proyectos similares (en temática) como Requisitos para ser una persona normal, film con el que debutaba Leticia Dolera. La directora arriesga con mantener siempre en plano a su protagonista, Bárbara Lennie, y le sale bien la jugada: su versatilidad de registro y su capacidad de comunicar (y transmitir) con el más mínimo gesto consigue empatizar con un público muy variado porque, en definitiva, las difíciles relaciones familiares y la frustración ante los expectativas no cumplidas son marca de identidad del género humano.