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Estrenos 2016: Los 15 suspensos

Como no podía ser de otra manera, no sólo de buenas películas vive el cinéfilo (y el que no lo es tanto). El 2016, a pesar de ser un brillante año de cine, también nos ha dejado unas cuantas malas noticias en lo que a estrenos se refiere. No dejéis de leer nuestro particular recopilatorio con lo que, para la redacción de esta humilde web, es lo peor de lo peor. Y lo reconocemos, nos ha costado bastante menos que elegir las mejores, aquí no había (casi) lugar al debate. Así de simple.

Cuerpo de élite (Joaquín Mazón, 2016, España)

Una película de pretensiones tan claras, crítica tan obvia y personajes tan típicos que resulta arduo disfrutar de ella sin tener la sensación de estar ante la narración de un chiste mil veces contado. Además, parece ser que el término “políticamente correcto” es algo que no roba ni un minuto de sueño a los creadores de un film dominado por el humor negro y potencialmente hiriente y las bromas machistas, homófobas y racistas; todo esto envuelto en un permanente halo de vulgaridad.

Operación: Londres (London Has Fallen, Babak Najafi, 2016, EE.UU)

Cuando un thriller es entretenido y trepidante, le perdonas un guion flojo, una puesta en escena sensacionalista y unos intérpretes que no se toman en serio nada de lo que dicen o pisan, pero no una xenofobia exagerada incluso para Hollywood.

Ahora me ves 2 (Now You See Me 2, Jon Chu, 2016, EE.UU)

Después del sorprendente e incontestable éxito en taquilla de Ahora me ves, dirigida por Louis Leterrier, los cuatros jinetes se embarcan en una nueva y misteriosa aventura policíaca bajo los mandos de Jon M. Chu. La secuela ofrece limitaciones técnicas y argumentativas destacables a pesar de jugar la baza de la incorporación de Daniel Radcliffe (el mago más famoso del mundo).  El resultado deja un trabajo muy descafeinado, que nos obliga a preguntarnos la necesidad de crear una franquicia de la película de 2013.

Batman v. Superman: El amanecer de la justicia (Batman v. Superman: Dawn of Justice, Zack Snyder, 2016, EE.UU)

Esperada por muchos, la película de Zack Snyder recibió una marea de críticas negativas… ¡y con razón!; tratando de introducir con demasiado ahínco un gran número de elementos en su guión, el director acabó perdiendo el desafío, es decir, crear una alternativa “adulta” permaneciendo fiel a los cómics. Sin embargo, el  filme resulta carente de coherencia y homogeneidad, tiene problemas de ritmo y transición y, para variar, es demasiado larga.

Morgan (Luke Scott, 2016, EE.UU)

Cuestionarse el origen de la naturaleza humana y la posibilidad de hacerlo artificialmente nunca fue tan torpe como en Morgan. Luke Scott decide prescindir de diatribas filosóficas (y, muy posiblemente, de reflexiones previas a la concepción de la película) en un film donde la acción y la violencia se convierten en el punto central de esta cinta sobre avances tecnológicos y sus implicaciones éticas. ¿Quién necesita pensar pudiendo sobrevivir a base de golpes? Toda una lección de analfabetismo humanista.

Independence Day: Contraataque (Independence Day: Resurgence, Roland Emmerich, 2016, EE.UU)

Veinte años después vuelven los extraterrestres y con ellos, quizá, una de las secuelas más innecesarias de los últimos tiempos. Esta película de alto contenido en efectos especiales no aporta gran cosa a la trama ni a la película inicial de 1996. Sus 120 minutos no llegan para explicar nada y deja claros vacíos que no desvelan el porqué los aliens vuelven de nuevo además de otros aspectos de guion. La desaparición de Will Smith del reparto tampoco ayuda a digerir  una película que, como poco, te deja indiferente frente de la pantalla.

No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas (María Ripoll, 2016, España)

Película errónea desde el principio: es antigua, impostada y sin ningún tipo de gracia. Querer reivindicar el hypsterismo en el año 2016 está muy fuera de onda y su enaltecimiento del barrio madrileño de Malasaña la convierte en un mal anuncio. Porque si la gente que habita allí fuese parecida a la que aparece en la película nadie querría poner un pie en ese lugar. En esta mala copia de El diario de Bridget Jones (Bridget Jones’s Diary, 2001) los personajes no tienen sentido común y lo que en la cinta británica funcionaba (ojo, hace 15 años) aquí es sonrojante. Además, el film resulta uno de los despilfarros más injustificados del último cine español por cosas como trasladar al equipo de rodaje a Hong Kong para realizar dos escenas que no explican absolutamente nada. Todo un disparate que roza lo insultante.

Dioses de Egipto (Gods of Egypt, Alex Proyas, 2016, EE.UU)

De verdad era necesario hacer esta ¿película?. Viendo a ciertos actores formar parte del elenco del film te hace pensar que firmaron el contrato después de una fiesta lisérgica que se les fue de las manos. Efectos especiales de baratillo para este festival kitsch trasnochado, y para colmo, aburrido. Nada funciona en una película que acaba pareciendo una fiesta de disfraces aparatosa y cutre. Un desastre.

Escuadrón suicida (Suicide Squad, David Ayer, 2016, EE.UU)

El vacio, la nada. Una película sin alma, sin entrenimiento, con altas dosis de vergüenza ajena y muchos chistes de esos que ni tu cuñado se atreve a poner sobre la mesa. Un batiburrillo de tiros, frases inconexas y nalgas pulidas en step, con una sobredosis de pantones, batidos de proteínas y complementos de mostrador del Bershka, que amenaza con tener continuidad.

Toro (Kike Maillo, 2016, España)

Aprovechando el tirón del fenomenal estado de forma del cine español, más concretamente del thriller patrio, el talentoso Kike Maillo, que otrora saliese exitoso de su incursión en la ciencia ficción con Eva (2011), intentó impresionarnos con Toro, una película con pretensiones y con un guión bastante poco lúcido. El poco acierto en la escritura del perfil de sus personajes, algo estereotipados, y la construcción de situaciones de riesgo y clímax que no funcionaban, acabaron por hundir la película en el pozo de la mediocridad. La sobreactuación de Mario Casas (que siempre la roza), tampoco colaboró en mejorar un rancio resultado final.

Villaviciosa de al lado (Nacho G. Velilla, 2016, España)

Hay muchos tipos de comedias y las costumbristas son la especialidad de nuestro cine. Una pena desaprovechar a un reparto de grandes cómicos en un guión lleno de tópicos, clichés y unos pocos chistes (malos). Algo a tener en cuenta para la gente del cine: el talento de los actores no es directamente proporcional al éxito de la película. Recurran a los guionistas de talento, ayudan.

Nunca apagues la luz (Lights Out, David F. Sandberg, 2016, EE.UU)

A pesar del efectivo cortometraje que precedió la idea de llevar Lights Out al cine, lo de estirar el chicle no le ha sentado nada bien a este producto mediocre y plagado de irritantes clichés. Sandberg, que había demostrado su pericia con los trabajos de corta duración, hace notar su inexperiencia con este batiburrillo de sustos fáciles que casi en ninguna ocasión funcionan, por lo que, al final, nos levantamos de la butaca teniendo la horrible sensación de haber visto un film de género que en lugar de miedo da vergüenza ajena.

Feliz día de la madre (Mother’s Day, Garry Marshall, 2018, EE.UU)

A pesar de un elenco de lujo, a la última película del difunto Garry Marshall le resta consistencia. Nos encontramos con el mismo esquema presente en sus películas anteriores: historias de San Valentín y Noche de fin de año, es decir, una comedia sensiblera, con diferentes personajes y sus destinos entrecruzados. Con esto y con todo, la película resulta demasiado previsible y de pocos vuelos.

Zoolander No.2 (Ben Stiller, 2016, EE.UU)

Después de la exitosa primera parte de las andanzas del patético y divertidísimo modelo Derek Zoolander, nadie alcanzaba a pensar que su continuación fuese a resultar tan desastrosa. Sencillamente, lo que le ocurre a este número 2 es que ha perdido todas, absolutamente todas las virtudes que hicieron de su antecesora una comedia desternillante. El éxito de taquilla de aquella esta vez se ha convertido en un fracaso de grandes dimensiones, y es que el guión que escriben conjuntamente Justin Theroux y Ben Stiller no tiene ninguna gracia. Ni «nuestra» Penélope Cruz salva con su trabajo y un vertiginoso escote, esta deleznable segunda entrega.

Assassin’s Creed (Justin Kurzel, 2016, EE.UU)

El nuevo intento del cine por adaptar un videojuego famoso es, por enésima vez, otro error de pies a cabeza. Por mucho que los defensores del juego destaquen ciertas virtudes de la película, lo cierto es que, cinematográficamente, el trabajo de Justin Kurzel cava su propia tumba según pasan los minutos. Ni dos de los mejores actores del panorama internacional, Fassbender y Cotillard, consiguen levantar el vuelo de este compendio de errores narrativos que se mueve entre dos aguas: la España de Torquemada y la época actual, liderada en las sombras por unos Jeremy Irons y Charlotte Rampling que, en realidad, ni pinchan ni cortan. Vulgar guión y pésimo planteamiento el de una película que había levantado cierta expectación pero que, como muchos temíamos, se queda en agua de borrajas.

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